Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

29 años de la Constitución y seguimos en pañales

Andrés Fandiño – 06 de julio 2020

Fuente: Semana

Sin lugar a dudas la implementación de los derechos le cuesta al Estado, pero el no garantizarlos le seguirá costando muchísimo más.

La semana pasada se cumplieron 29 años de la promulgación de nuestra carta política, una noticia que pasó sin mayor relevancia por cuenta de que existen temas más taquilleros que hablar de la Constitución Política. Falta de pedagogía y ausencia de la cátedra sobre la carta magna en colegios y universidades, son el reflejo de la descompuesta sociedad que tenemos, con gran ausencia de valores y una falta de cultura ciudadana inmensa.

Hace 29 años la alegría reinaba en el país. El 4 de julio de 1991, la Asamblea Nacional Constituyente conseguía promulgar una nueva Constitución, después de algunos días bastante intensos todo por cuenta de la redacción del texto final, con algunos escritos que se extraviaron a última hora, y un apagón en los sistemas que no estaba en las cuentas de nadie. Esta carta política, a diferencia de todas las expedidas en Colombia durante el siglo XIX, no había sido redactada por militares, ni por políticos de la época, mucho menos por los aristócratas de las regiones. Por el contrario, y como un hecho único en el país, tomaron asiento como constituyentes personas de diversos sectores sociales: estudiantes, líderes sociales, miembros de comunidades religiosas, sindicalistas, intelectuales, desmovilizados, indígenas, afrocolombianos, políticos, lograron ejercer la primera y única experiencia jamás ensayada en el país, como lo fue la Constituyente de 1991 elegida por voto popular.

Estos 29 años de existencia pueden llegar a ser demasiado cortos para hacer un balance riguroso sobre lo que ha sido nuestra Constitución. La llamada carta de derechos ha sido la mayor conquista ciudadana en toda su historia, la creación de la Corte Constitucional y sus diversos pronunciamientos en algunos momentos de este cuarto de siglo, lograron modernizar y profundizar varias normas en lo referente a la eutanasia, los derechos de las parejas del mismo sexo, la despenalización de la droga y el libre desarrollo de la personalidad.

La creación, a buena hora, de los mecanismos de protección de nuestros derechos, en especial de la acción de tutela como último mecanismo de defensa judicial, terminó por convertirse en el primero. Las más de 7 millones de tutelas interpuestas en temas como pensiones, salud, trabajo y derechos humanos han cambiado en estos 29 años la vida de muchos colombianos.

El corte rígido que adoptó la Constituyente, para que la Constitución no fuera fácilmente reformada, se fue quedando en el papel generando momentos de tensiones muy fuertes en el país. Las 47 reformas tramitadas en 5 gobiernos, han mostrado un desbalance institucional en varios períodos coyunturales. Reformas en materia política y de justicia han generado descontento y confusión, como lo fue instaurar la figura de la reelección presidencial y los constantes cambios normativos introducidos al modelo de la descentralización, entre otros, terminaron por reducir la autonomía de los departamentos y municipios, que hoy en día siguen sin encontrar un camino claro en la participación directa en los recursos del Estado. Por eso se sigue hablando de un centralismo extremo y del mal llamado “Bogocentrismo”.

Reformas enfocadas a la implementación del acuerdo de paz (que aún huele a pólvora), no logró enamorar a la sociedad, ni a las élites; o las fallidas reformas a la justicia, a las que algunos magistrados les cerraron la puerta, todo por cuenta de algunos intereses personales, los mismos que años después los llevaron a la cárcel.

Las iniciativas para reducir los derechos de las minorías, muchas veces solo por cálculos políticos, han logrado desgastar tanto a la sociedad como a la misma Constitución que a pesar de todo sigue manteniendo su espíritu pluralista y multicultural.

Además, la carta política modificó sustancialmente la concepción de democracia, logrando implementar un modelo más moderno y participativo. Desafortunadamente en estos 29 años de desarrollo constitucional el sistema político no ha logrado encontrar su norte, sus principales enemigos han sido los propios partidos y movimientos, muchos de ellos se agotaron, se desgastaron y no se conectaron con la realidad del país. La implementación del voto preferente terminó por corromper al sistema, los escándalos, la corrupción, la compra de votos, el constreñimiento al elector, terminaron agotando y agonizando al sector político, y más en esta época de pandemia donde la falta de credibilidad, y la ausencia de propuestas, terminaron dándole un golpe de facto a los liderazgos políticos.

En estas casi tres décadas de vigencia de nuestra carta política, sigue en deuda con el desarrollo de derechos tan importantes como la vida, la salud, la educación, el empleo, entre otros.

Sin lugar a dudas la implementación de los derechos le cuesta al Estado, pero el no garantizarlos le seguirá costando muchísimo más. Mientras la sociedad se siga asesinando por cuenta de la intolerancia, la salud siga siendo escasa, la educación un privilegio, y la falta de salarios dignos sean el día a día, seguiremos teniendo los índices que reflejó la última encuesta de Gallup divulgada la semana pasada, en la que el pesimismo de los colombianos llegó al 79 por ciento, un resultado lamentable.

Cuando el optimismo cae y la falta de credibilidad se acentúa, las sociedades son propensas a caer en episodios populistas y dictatoriales. Dependerá del liderazgo de cada gobernante desarrollar y dar a conocer la Constitución, con más hechos que fotos en redes sociales. Señores gobernantes, ustedes tienen la responsabilidad de darle la vuelta a la página.