Por: Álvaro Pineda
En Barragán, Los depósitos Roncayo, Los Arango, Cartagena y la Antioqueña, compraban trigo, papa, cebada, queso y otros productos a los campesinos y después los enviaban a Sevilla a lomo de mula.
Era mediados de los años cuarenta del siglo pasado, cuando por el cañón del río Bugalagrande, se veían descender las recuas de mulas, algunas de los depósitos de Barragán, con carga para vender en Sevilla.
Cuenta el tío Tulio que cobraban 2 pesos por bajar 10 arrobas de carga desde Barragán a Sevilla, para ese tiempo. Diez arrobas de carga, representaban la carga de una mula con un costal de 5 arrobas a cada lado, con el tiempo, subieron el flete a 2,50 pesos y cuenta el tío que los arrieros estaban felices celebrando el reajuste.
Salían por la parte de atrás de la iglesia de Barragán, luego pasaban el cementerio del caserío y rumbo a Sevilla. 12, 15, 20, 25 o más mulas y empezaban el descenso con la carga. Adelante iba el animal guía con una pequeña campana que le pegaban cerca de las patas delanteras, y cada que daba el paso, la hacía tañer, emitiendo un sonido que se escuchaba a kilómetros de distancia por todo el cañón del río Bugalagrande.
Luego de dejar el pueblo de Barragán, pasaban por la finca que llamaban Pantanito, después la Ascensión y bajaban a un puente real que cruzaba el río Bugalagrande y cruzaban a Las Salinas y Alegrías, ya en territorio sevillano. Seguían hasta pasar el Cañadón y Maulén, donde algunos arrieros, posaban, pero otros seguían pasando por Calamar, Cebollal y finalmente, después de pasar el río Canadá, llegaban a la finca Jamaica donde posaban también.
Doña Rubi Guerrero de pequeña, recuerda el tintineo de las campanas cuando vivía en Jamaica y a lo lejos, veía asomar la recua acercándose hasta la casa, buscaba reconocer que mulas eran: Las Arango, de don Jesús Arango o quizá, Las Montoya, Las Jaramillo, o Las Ríos, que era una recua pequeña de solo 6 mulas de don Miguel Ríos.
El arriero llegaba y descargaba las mulas haciendo un corralito en la ramada con la carga que iba bajando y luego, encima, ponía las enjalmas. Al terminar el arrume, sacaba su catre, porque cada uno llevaba el suyo; es decir en un costal o una estopa grande, donde el arriero cargaba una cobija, una almohada, un encerado (especie de lona) y una muda de ropa. Las mulas las sacaba al potrero. Luego de comer en la posada, dormía en medio del corral que fabricaba con la carga y las enjalmas, se acostaba en el suelo en su catre. En la mañana salía al potrero a buscar la mula o el animal guía, que algunas veces era una bestia caballar, para cogerla con un lazo. El arriero solo necesitaba coger el animal guía y todas las demás se venían detrás, no importaba el número.
Seguían el camino hasta La Aurora, la quebrada Ballesteros, El Guarapo, la quebrada La Sara, El billar hasta más adelante, pasar el monte que llamaban “Cielo Roto” donde se formaban unos pantaneros que cansaban las mulas. Poco a poco descendían hasta llegar a San Antonio, seguían su camino, saliendo por el cementerio y bajaban por un sitio que le llamaban “La quiebra del burro” hasta bajar al río San Marcos; luego subían hasta La Milonga y llegaban por la Tenería hasta el barrio Cafetero, por donde entraban las muladas de carga, pasando por donde hoy es la Tienda “La Gaviota” de Don Juan.
Algunas mulas llegaban por fin a Sevilla luego de dos jornadas y en el deposito de don Luis Duque, que quedaba por donde hoy es supermercado D1, dejaban la mercancía que traían y luego con las mulas ya sin carga se dirigían por lo que hoy es la carrera 50, hasta el barrio Obrero y subían al barrio Marco Fidel Suárez, conocido popularmente como Puyana, en ese tiempo potreros y donde quedaba una pesebrera a la altura donde hoy es la capilla del Sagrado Corazón de Jesús, algunas veces, dejaban las mulas comiendo en este lugar y otras veces, las soltaba en los potreros.
De regreso a Barragán, la recua llevaba surtidos para las tiendas del caserío, ropa, cacharrería, de todo. Fue una época de economía prospera para las dos comunidades.
Hace décadas existe un proyecto de continuar la carretera de Maulén hasta unirla con la vía que conduce a Barragán. Algo que para un observador desprevenido podría pensarse como solo de vías terciarias, pero que al hacer esta conexión casi por el camino real de los arrieros que llevaron el progreso a Sevilla, tras la venta de sus productos en Barragán y le abrieron las llaves de la despensa de ese territorio a nuestro municipio; se estaría gestando en esa carretera ya unida con la que viene de Roncesvalles, una vía alterna para pasar del Tolima, a la región Pacífico, en mucho menos tiempo incluso que la del tan mencionado Túnel de la Línea.
Espero que el sector de La Salina no se afecte. Y en general el ecosistema sub xerofítico que tiene esta región. Al respecto, podrían presentarse soluciones alternas, pero en general, es una obra que dinamiza todo ese sector rural que ha sido tan olvidado por décadas. Espero se lleve a buen término.
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