Fuente: Fundación SM
Desde Fundación SM somos conscientes de que este tiempo de pandemia esta generando numerosas reflexiones y preguntas en las instituciones educativas y en los educadores en torno a la educación que queremos.
En esta ocasión abrimos este espacio de opinión a compartir las claves para educar en tiempos de pandemia, sin duda, esenciales en la construcción de una educación inclusiva y de calidad para todos y todas.
Recogemos a continuación las miradas compartidas por algunos líderes, miradas locales con lectura global que perfilan pistas de una hoja de ruta de la educación pos-Covid.
Loreto Jara Males. Chile
Desde mi experiencia impulsando políticas públicas para una educación de calidad en condiciones de equidad me animo a comentarles lo que creo son las claves para educar en tiempos de pandemia.

Desde mi experiencia impulsando políticas públicas para una educación de calidad en condiciones de equidad me animo a comentarles lo que creo son las claves para educar en tiempos de pandemia.
Paciencia y serenidad: estamos viviendo una crisis de proporciones, que nos somete a mucho estrés e incertidumbre, dado que la pandemia exacerba las peores violencias que nuestros sistemas económicos y socioeducativos contienen, partiendo por la desigualdad.
Si el mundo está lleno de ansiedades y miedos, cada educadora, cada profe, cada maestro, tendrá que conservar la calma y ayudar a los demás a que la conserven.
Hacerse protagonistas: es posible que sea este capítulo de la historia de la humanidad en que produciremos las transformaciones educativas que hace mucho tiempo venimos necesitando; y a cualquier educador/a coprometido/a, le resultará imposible restarse.
Vivimos un momento en que la escuela retoma su importancia, en que al profesorado se le valora y reconoce de una manera mucho más profunda, en que la educación vuelve a mostrarse como el engranaje clave que es en el fortalecimiento del tejido social que en sociedades como las de Latinoamérica se ha visto profundamente dañado.
Para hacer que esto sea una realidad sostenida en el tiempo sin quedarnos solo en el impulso inicial o la declaración de intenciones, necesitamos ejercer ciudadanía desde la escuela —aunque sea a distancia— y con todos los actores de la comunidad educativa. Para esto, más allá de las herramientas formales y curriculares con que cada centro educativo cuenta, el solo hecho de promover conversaciones entre estudiantes y/o colegas, permitirá practicar el pensamiento crítico, la empatía social y la creatividad, que son, entre otras, herramientas que nos permitirán transitar por esta época desde el empoderamiento y la participación.
Aprender lo más y mejor que se pueda: nunca antes habíamos conversado tanto de educación ni de cómo conseguir mejores aprendizajes, lo que convierte a este en un momento privilegiado para avanzar en didáctica —y herramientas digitales, sin duda-— en gestión de la diversidad, en integración de saberes y habilidades socioemocionales.
Como en todo aprendizaje, tendremos tropiezos y muchas dificultades, menos apoyos que exigencias e innumerables desafíos que no sabremos cómo abordar. Por lo mismo, paciencia y serenidad. A cuidarse y cuidarnos, que de esta saldremos con un espíritu renovado para avanzar en esa otra educación, posible y necesaria.
Sebastián Correa Duval. Chile.

Creo que una primera clave es la actitud de apertura, es decir, es momento de abrir nuevas posibilidades, de mirar con distancia el quehacer educativo de la escuela y preguntarse qué realmente hace sentido y qué no, pensando en centrar lo educativo en nuestros estudiantes y su aprendizaje. Es tiempo para mirar con mayor libertad y para eso se requiere una actitud de apertura.
Una segunda clave es lo colaborativo. Hoy más que nunca se hace necesario reflexionar y ser y hacer en conjunto, aprendiendo unos de otros, sobre todo para hacer frente comunitariamente a la incertidumbre y a este tiempo tan novedoso y desafiante.
Una tercera clave sería funcionar en «modo beta«, es decir, comprender lo que hacemos y creamos como un constante ensayo, aprendizaje y mejora, integrando la retroalimentación de los estudiantes sobre lo que hacemos como parte fundamental para mejorar nuestra práctica, y este modo beta debe ser permanente e integrar los errores como parte del aprendizaje.
Considero que si sumamos la actitud de apertura, el trabajo colaborativo y funcionar en modo beta, el resultado puede ser una buena base para promover cambios profundos en educación y avanzar hacia un Nuevo Paradigma Educativo, con los educadores como diseñadores de experiencias de aprendizaje y por lo tanto, protagonistas de este cambio.
Emperatriz Montes. Colombia
Con la presencia del COVID 19 en el mundo, las escuelas de acuerdo a sus contextos y realidades han venido reestructurando y replanteando didácticas producto de la misma distancia y virtualidad, especialmente producto de la necesidad de que el conocimiento y la información que llegue, sea significativa a todos los estudiantes y familias.

Priorizar el SER sobre el saber, ha sido el primer ejercicio pedagógico en esta nueva escuela. Hacer especial énfasis en la ética del cuidado, énfasis sobre cómo afrontar situaciones difíciles, toma de decisiones, recuperación de la autoestima, procesos de comunicación asertivas y resolución de conflictos, prioritariamente, son las habilidades para la vida que se han venido fortaleciendo en todas las actividades propuestas con la Comunidad Educativa.
Dentro del fortalecimiento del SER, se encuentra el saber hacer; en la Institución Educativa CDR, como colegio agropecuario, resaltan con gran valor los conceptos de seguridad alimentaria.
Por ello, nuestras familias CEDERISTAS actualmente implementaron el proyecto huerta casera como proyecto transversal y de extensión del propósito institucional sobre recuperar el valor del SER. Cultivar, transformar, consumir y hasta comercializar, son aprendizajes significativos para las familias en tiempos de cuarentena.
Sin embargo, el proyecto genera espacios que fortalecen el trabajo en equipo, la concertación de las actividades para la toma de decisiones (Que sembrar, cada cuanto), la tolerancia al fracaso, la comprensión frente a que el trabajo genera frutos y que esos frutos no siempre se dan, aun con mucho esfuerzo. La huerta escolar —casera—, es una propuesta que permite fortalecer las habilidades para la vida y la transversalización de las áreas del conocimiento.
El diseño de las estrategias didácticas implementadas debe prioritariamente vincular el contexto, situación que permite conocer con mayor cercanía aun en la distancia, las realidades de las familias que integran la Comunidad Educativa.
Conocer las realidades permite darle otro sentido y construir en equipo nuevas formas de aprender y enseñar. Convertir las dificultades (realidades socioeconómicas de las familias) en oportunidades, potencia el avance de los procesos académicos a pesar de las adversidades actuales porque exige a los actores involucrados asumir con resiliencia sus realidades y desde ellas proyectarse y construir nuevos caminos que les permita avanzar.
Para qué enseñar: Para incidir en el mejoramiento de la calidad de vida de los estudiantes y sus núcleos familiares
Las familias CEDERISTAS, por ser en su mayoría población vulnerable, necesitan sentir la presencia de la Institución Educativa como soporte en la construcción de su proyecto de vida; la escuela se ha convertido en el espacio no solo geográfico, que permite a las familias la posibilidad de soñar y proyectarse, aspecto que hasta hace poco consideraban, no era posible.
Este vínculo que se ha fortalecido desde la distancia, ha logrado mayor cercanía entre el maestro y el estudiante, mediando en las relaciones interpersonales que establecen con su entorno.
Se aprende, se enseña y acompaña, en el proceso de recuperación emocional y social de las familias CEDERISTAS, logrando crean en sí mismas, en sus potencialidades y en la posibilidad de construir un mundo mejor desde la escuela, teniendo en cuenta que es ésta, la que nos permite alcanzar las transformaciones sociales que se requieren para hacer de éste mundo un mejor lugar para vivir.
Rubén Darío. Colombia
Vivíamos la modalidad virtual como algo que supondría un resquebrajamiento del rol de los docentes. Cualquiera podría ocupar su lugar asomándose a una pantalla y colmando a los estudiantes con rutas digitales para cumplir con determinados programas educativos.
Sin embargo, ha ocurrido lo contrario: esta encrucijada hamultiplicado el protagonismo de los docentes porque ha sido su pasión lo que ha podido garantizar el acto educativo.

Primera clave: el maestro ha mostrado, con humildad, su fragilidad frente al dominio y manejo de las plataformas virtuales. Es necesario, ¡urgente!, capacitarse no sólo en el dominio de la “web” sino en cómo sacarle total provecho e involucrar a sus estudiantes.
Segunda clave: se requiere un maestro que ame su oficio y entienda la dimensión humana de su papel que ahora se ha extendido al corazón de los hogares. No es un secreto que los padres de familia han recobrado un rol que se había desdibujado al cederlo a la escuela o al facilismo de tener a los niños y jóvenes conectados a dispositivos electrónicos.
Tercera clave: los maestros deben tener, como nunca, una comunicación fluida con sus estudiantes y cercana con los padres de familia. En ambos casos el maestro debe mostrar que lo que ofrece “su área” está en conexión con la realidad del mundo, con los proyectos de vida de los estudiantes, con sus proyecciones para salir, hacer algo con esos aprendizajes y ser útiles a las comunidades local o nacional de las que hacen parte. Tener el suficiente tacto y pericia para despertar y mantener el interés de los estudiantes y para ello es imprescindible que centre sus proyectos de aula en problemáticas reales, que deben ser interdisciplinarios y culminar con una evidencia de lo que los estudiantes pudieron hacer con lo aprendido.
En cualquier modalidad: virtual, presencial o de alternancia, los maestros deben ser lectores de un mundo que, un punto inusitado de su historia, clama por dignificar la vida en el planeta, resguardando sus latidos.
Norberto Cervantes. México
En primer lugar, considero que los educadores debemos ser conscientes de que vivimos y/o viviremos para un cambio sin precedente, luego entonces, poder concientizar a las nuevas generaciones para vivir ese cambio.

Esto implica fortalecer el área socioemocional de los agentes educativos e incluso incluir la denominada inteligencia espiritual (no religiosidad) que, a pesar de las vicisitudes el espíritu de lucha, ánimo, motivo, fuerza, aliento, paciencia, entre otros, no deben doblegarse.
Segundo, como educadores no podemos discriminar o minimizar a los estudiantes que no cuentan con las herramientas tecnológicas para elaborar las diferentes actividades de aprendizaje sugeridas por algunos de sus maestros; en otras palabras, no debemos permitirnos tener estudiantes invisibles tecnológicamente hablando.
Por el contrario, nuestros pupilos que no cuentan con dichos apoyos, sea cual sea su condición, como educadores por el deber ser de la función de ser maestro y por el gran compromiso social que representa serlo, estamos obligados a que todos aprendan y el maestro debe saber el cómo, porque es creativo, imaginativo, inventor, sabio, incansable, luchador y líder del grupo que a pesar de la distancia, él es el guía.
Margarita Pérez. México
Las experiencias educativas durante el confinamiento, han supuesto en muchos casos, un gran retroceso educativo: volviendo al formato tradicional con un profesor que da clase (a través de un medio electrónico) y un alumno que recibe, “aprende”.
Nada más lejos del verdadero aprendizaje, en donde la relación con los otros es la que posibilita construir, apropiarse, resignificar.
Así, considero clave para la educación en tiempos de pandemia la búsqueda de relación, con la cultura escrita, la cotidianidad, la comunidad cercana.
El encuentro con los otros, a través de diversos recursos, pero el verdadero encuentro con el otro, con lo que piensa, pero también con lo que siente, con lo que sueña. Solo posibilitando el encuentro podremos verdaderamente educar.

En este sentido, se requiere de estrategias que trasciendan la comunicación unidireccional del profesor con el alumno para posibilitar la relación del alumno con su comunidad; la comunicación del alumno con sus compañeros, a través de los medios electrónicos o retornando a los medios tradicionales (si es necesario volver al correo); la relación del alumno con la cultura escrita, descubriendo lecturas y autores significativos; la relación del alumno con la realidad, a través de preguntas y trabajo por proyectos.
Verónica Valle Guzmán. México
El AMOR siempre es la clave para educar, acompañar o formar, no importa lo que suceda alrededor de nosotros.
El amor es el motor que impulsa todas nuestras acciones sean formativas o de acompañamiento; es el por qué y el para qué.
El amor que se traduce en la PACIENCIA, para aclarar una y otra vez, para conducir por el mismo camino las veces que sea necesario…

El amor te permite resistir ante la adversidad con fortaleza. Cuando el amor es la clave principal para educar siempre te llevará a la VERACIDAD.
En estos tiempos de incertidumbre, de miedo, de pérdidas, hay que enseñar a vivir la verdad. Evitar disfrazar la verdad con toques sensacionalistas, o con sentido derrotista… nada es castigo “divino”, no es terrorismo… hacer ver a la pandemia como lo es… una enfermedad que ha afectado a todo el mundo y que tendrá solución a su tiempo y que necesitamos unos de otros para ayudarnos, para demostrar el amor.
Finalmente, otra clave es la RESILIENCIA, ante el dolor y la pérdida debemos tener la capacidad de “rehacernos” de volver a empezar, con fe, amor, libertad, humildad. La grandeza del hombre se ha visto debilitada por un “ser microscópico”. Es necesario pues aprender a reconocer nuestra debilidad, nuestra pequeñez para que podamos levantarnos con ánimo, con optimismo y alegría; aprender a ver los grandes retos como aliados, no como enemigos.
De una “roca” puede salir una “Piedad”.
Blanca M. Colón. Puerto Rico
Mis niños son 14 varoncitos que han vivido experiencias traumáticas en sus hogares, de tal magnitud, que han tenido que ser rescatados de sus casas.
Cuando los recibimos, ademas de sus heridas “visibles”, las “invisibles son más”. La más seria, su capacidad de relacionarse con personas buenas y confiables. Por tanto, su “oportunidad” para comenzar esa “sanación” muchas veces se va a dar en la escuela. Es, desde ahí, que más casos de maltrato se reportan en nuestra isla. Por tanto, la pandemia les ha privado de se ambiente, quizás seguro, en el que puede aprender a amarse y amar.
¿Las claves?
Ser educadores con vocación. Si tienen la pasión por educar, buscarán las formas más creativas para educar a sus alumnos, no solo por internet, sino llegar a su corazón de alguna manera. Para eso tienen que tener la flexibilidad mental, para adaptarse, transformarse.

El problema… lo que yo llamo los “obreros de la educación”.
Son seudo maestros o maestras…. Buscan y encuentran mil excusas para no hacer su trabajo. Envían a sus estudiantes “unos módulos” y ni se ocupan de si los hicieron o no. Si los papás no andan listos, ponen las notas que les viene en gana. Otros, cargan a los padres con tanta tareas para realizar con los niños, que hasta los papas se preguntan “si es educativo”, Algunos van a todas las marchas de protestas, pero no van con el mismo entusiasmo al salón de clases.
Están arruinando a generaciones, pero como son expertos en sus derechos, los dejan ahí, como cáncer sin tratar.
Eso es lo que hemos visto y experimentado…. en los tiempos de COVID-19 en Puerto Rico.
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