Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Cuando solo importa el afán

Hace poco a una amiga le arrebataron su vida en un siniestro vial en París (Francia), hecho que me ha tenido profundamente dolida en los últimos días y aunque este texto ya lo había escrito antes, hoy se lo quiero dedicar a mi amiga Gela, porque siento que esta ciudad, Cali, a la que ella anhelaba regresar, está más caotica que nunca. 

Desde hace más de 25 años recorro a Cali en bicicleta. Desde que era una niña, cuando no había ciclorutas ni conocía a nadie que también quisiera transportarse en bici, salvo los domingos cuando iba a la ciclovía con las pocas amistades que tenían cicla. Cuando no había tantos carros, ni tantas motos, cuando no sentía la calle tan agresiva, cosa que ha ido cambiando progresivamente con el paso de los años.

A los 12 años entendí que la velocidad puede matar, que en cualquier minuto puede suceder y que te coge por sorpresa sin espacio a reacción. Lo entendí, cuando sin darme cuenta, un carro que apareció de la nada, por la velocidad con la que él venía, me atropelló. No recuerdo ver el carro, no recuerdo haber sido atropellada, solo mi último paso antes de subir el pie derecho al andén, como una foto, suspendido. Después, recuerdo ver a mi madre desde arriba, llevándome en el platón de la misma camioneta que me había lanzado varios metros por el aire, para luego despertar en la sala de urgencias de un hospital, lleno de personas heridas. Y sobre todo recuerdo muy bien los dolores posteriores y los gastos médicos por las lesiones, que han perdurado.

También entendí el porqué mi madre nunca quiso tener carro, y era por miedo, porque una vez casi mata a un niño que cruzó la calle corriendo. Afortunadamente mi madre iba a una velocidad que le permitió frenar y el niño no sufrió rasguño alguno salvo el regaño que mi madre le dio a él y a su madre (obviamente no porque el niño tuviera culpa o su madre, puesto que la ciudad también debe ser para niñez, si no por los nervios que le dieron de lo que pudo pasar).

Aún así, no le perdí el gusto a caminar y cada vez cogí más gusto por pedalear. No había afán, creo que eran buenas épocas, o por lo menos yo lo respiraba así en la ciudad. Pero 10 años después todo cambió, la ciudad se volvió más hostil, y en este momento hay más carros y más motos. Ahora son muchos a quienes solo les importa el afán, siempre es una buena excusa para hundir el acelerador, pasarse el semáforo en rojo, no hacer el PARE, zigzaguear todo el camino, avanzar por al andén, adelantar por cicloruta, ser el* más temerario.

Pero aún sigo eligiendo pedalear, sola, en pareja o en grupo. Con infantes o adultos mayores. Aunque ahora veo que uno siempre les lleva como en el medio, buscando protegerles. Sin contar con el gran problema de los vehículos mal parqueados.

No sé qué sucede, no sé si es la mezcla de cambios sociales y económicos, o el mal llamado progreso, pero ahora se respira odio y el esmog huele a violencia vial**. Y donde más lo siento es cuando voy en bicicleta y pasa un carro o una moto tan cerquita y tan rápido como un parpadeo, que me tambalea hasta el alma. ¿Cómo pudimos permitir tener una ciudad tan masculina, tan insensible y tan ruda en el que todas y todos competimos por el espacio? ¿Cómo pude dejarme contaminar? Ya no soy la misma, ahora me enfrento a la par con todo el que me quiere pasar por encima en la calle, el que no respeta mi mínimo espacio vital, el que hunde a fondo el acelerador, el que se pasa el semáforo en rojo, el que no hace el PARE, el que zigzaguea todo el camino, el que se sube para adelantar por el andén o por la cicloruta. Como mínimo se van con un mal deseo de mi parte.

Pero si sé que no quiero sentir más las calles así. Que me encantan los domingos en los que siempre hace sol de piscina y hay poco tráfico, en los que se ven más niños, niñas y adolescentes en la calle, en los que los parques están llenos y la gente parece más feliz y hace cosas que realmente le gustan como salir en familia, ir a las fincas, ir donde amistades, pasear, descansar y darse los gustos sin afanes. Domingos en los que la ciudad tiene mejor calidad de aire y se respira un aire más femenino.

*  Las estadísticas dicen que este «el» son 95% hombres cisgénero, con precario nivel de escolaridad.

** Según el Observatorio de Movilidad Sostenible y Seguridad Vial de Cali (OMSSV), al 26 de julio de 2021 van 140 personas que han perdido la vida en la vía, de las cuales 41% estaban en condición de peatón (10 mujeres y 48 hombres). Es decir que los peatones y las peatonas siguen siendo a quienes más vulneran y agreden en la vía. Razón de peso por la que se requiere mayor inversión de Infraestructura y Movilidad para peatones.