Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Del Evangelio de la Primera Línea según el estallido social

En aquellos días, el imperio mandó a ejecutar la peor de las reformas tributarias para oprimir al pueblo que no recuperado de la nefasta peste del Covid– 19 y rindiendo tributo al emperador, tuvo que recibir el baldado de agua fría y la putrefacta noticia de que los impuestos y las leyes favorecerían aún más al imperio que por entonces creía dominar toda la comarca, repleta de mariposas amarillas del hambre y un horizonte de llanuras arrebatadas a los más pobres para enriquecer a los más ricos y sus negocios de palmas y ganados, materias primas que no eran alcanzables para aquella comunidad que ansiaba una multiplicación de panes y peces o al menos los huevos de $1.800.

Por aquellos tiempos, el imperio podía arrebatar tierras y desplazar gente, pero si alguien hablaba de equidad era tildado de leproso mamerto y de manejar el discurso de la expropiación, cosa que si la hacía Uriberodes no estaba prohibido. Se acumulaban las emociones de aquella enardecida e impotente turba que no aguantó más y decidió levantar su voz en contra de aquel imperio, manejado por Duquerodes hijo de Uriberodes, emperador sostenido en la sangre de manera vitalicia.

Era el mes cuarto en el aniversario del Bogotazo cuando las calles se convirtieron en ríos humanos que entre las arengas, las cacerolas, uno que otro maestro en paro como cosa rara en Polombia y algunos desperdiciando el tiempo con el calamar de moda y el efímero sueño de una casa de papel; entre todo este sambumbe de idiosincrasias, se levantaron las voces, las banderas y los gritos inconformes por la masacre económica, genocida y burlesca a la que había sido sometida la comarca, un verdadero estallido social que para el imperio duraría un día pero para la Macondo de las mariposas amarillas del hambre duraría más de dos meses, gestando toda una resistencia, aplaudida por algunos, odiada por otros, lo cierto es que ardía la macondo primípara gobernada por Duquerodes el bastardo y en las calles, el ruido, el sonajeo y la bullaranga que alertaba a los pueblos vecinos.

Fue un 28 sin ocaso, una horrible noche que no cesó, se prolongó en las tinieblas provocadas por los gases que la manada sin freno y brida al orden estatal desplegaron entre balas confusas y la oscuridad como cómplice de las macabras y aberrantes desapariciones forzadas y capturas para cumplir el indicador, la cifra o el numero propuesto para luego rendir informes y cobrar el jornal. Fueron días para evocar a los exiliados de finales de los años 80 y los mártires de la constituyente y la revolución de los años 90 que tuvieron que emprender el éxodo, algunos hacia el cielo porque fueron silenciados con balas, otros como colombianos errantes que añoraban la tierra prometida solo pudieron tomar unas pocas cosas y huir de la barbarie y el exterminio estatal de aquel entonces.

Por aquellos días se crucificaron muchas vidas inocentes que teniendo que cargar con la cruz del olvido y la indiferencia social no les quedó otra opción que salir a la calle y gritar aun cuando su voces solo eran un eco arrastrado por el viento de la sordera infame de aquel imperio que obligó a quienes serían puestos en el madero de la cruz, realizar su propio viacrucis, un camino hacia el calvario que son ser extraño para muchos, era el precio que debían afrontar por exigir la dignidad y la igualdad frente al imperio que vociferaba en otras urbes la igualdad de condiciones pero lo hacían desde sus carros blindados, con aire y una caballería dispuesta a no permitir ningún tipo de alteración.

Un tal monseñor de Cirene, compadecido de aquel cruento viacrucis y viendo como las mujeres, madres y esposas lloraban al borde del camino, quiso ayudar a cargar la cruz, muchos le distinguían, algunos otros le tildaron de agitador, lo cierto es que aquel hombre que apareció en el camino, quiso cargar la cruz junto a otros amigos de su comarca y no dejar solos a aquellos rostros enlutados, enmarcados en la tristeza y el cansancio de luchar sin tregua  y con sus pocas piedras, palos y algunas bolsas de leche, frente a la imponente fuerza del imperio que estaba dispuesto a la persecución con tal de acabar con todos los santos inocentes que se atrevieran a cuestionar su proceder.

Al llegar al Gólgota, aquel monte de la calavera, muchos fueron despojados de sus documentos, aventados al rio del olvido o encontrados con las botas al revés, de la talla que no era y algunos en fosas comunes o a la orilla de los caminos; mientras eran despojados de sus vestiduras y clavados en los maderos del olvido algunos gritaron con fuerte voz ¡tengo sed! un reclamo escuchado por la guardia del imperio, para lo cual empaparon una esponja con las sobras y migajas que quedaban de los jugosos contratos para la alimentación y se las pasaban por la boca con sabor a vinagre mientras la risa acortejaba el momento.

Llegada la hora nona, el cielo totalmente oscuro, fueron clavados en la cruz, con el dolor a flor de piel y las lágrimas de quienes les acompañaban mientras gritaron con fuerte voz ¿estado, estado porque nos has abandonado? Y la guardia mientras reía y no contentos de haber despojado de tierras y dejar sin nada a muchas personas, se echaban a suerte las pocas y raídas vestiduras que lograron abudinear con la excusa de que ellos eran los que habían sido engañados.

El silencio se apoderó de todo el territorio y como no hacer silencio si en las esquinas estaban las feroces armas y las escalofriantes armaduras esperando el momento como las hienas para atacar y adornar con risas el circense festín sangriento. Abatidos y con la esperanza abrumada, se levantó un nuevo comienzo, entre los miedos de quienes debían obedecer y quienes queriendo continuar la lucha, debían abrazar el silencio como una triunfante revolución y más bien plasmar el ruido en los vivos murales que la emperatriz con delirio de mando quería borrar a Cabal.

Aunque muchos de los crucificados siguen sin resucitar, aún no llega ese tercer día donde aquellos que murieron en la esperanza estarán más vivos que nunca porque serán siempre recordados por todos los que aún estamos en pie de lucha, una lucha que no necesita ser armada porque eso sería abajarse a las ignorantes y limitadas condiciones mentales en las que el imperio no es capaz de sostener una conversa, tanto así que el emperador dice “Así lo querí”.

No es necesario igualarse con aquellos irracionales que solo usan el adiestramiento con el fueron educados, es decir que les pegaban con un periódico para que obedecieran y de esa manera su adiestramiento mutile las ideas, no es necesario usar la fuerza de la mano para lanzar rocas al vacío, más bien hay que empuñar un esfero y plasmar en el papel que esa estrategia termina siendo más letal y la caballería del imperio aun no la comprende porque solo entienden la orden cuando el amo tira del estribo y tensa la cuerda para emprender la violencia que solo soluciona más violencia.

¡CUANDO EL ESTADO ES VIOLENTO ES PORQUE ES POCO LETRADO, POR ESA RAZÓN HAY QUE DEJARLOS SOLOS EN SU MARAÑA ARMADA, MIENTRAS LAS IDEAS Y LAS LETRAS HACEN UNA REVOLUCIÓN QUE NO NECESITA DE BALAS!

Palabra del señor que escribe esto.

La gloria eterna para quienes murieron en la esperanza…