La actitud asumida por algunos alcaldes de la ciudad de Cali que muestran exteriormente su preocupación “paternal” por las necesidades de los sectores sociales más vulnerables de la sociedad, se expresa a través de la implementación de políticas públicas de carácter asistencialista con las cuales se pretenden atenuar las contradicciones y conflictos sociales que se profundizan cada vez más en el seno de las comunidades que se debaten en medio de la pobreza, la miseria y la desesperanza, particularmente en el caso de la población juvenil abandonada a su suerte y a quienes los gobernantes de turno les fomentan toda clase de ilusiones que más temprano que tarde se desvanecen en medio de la crisis, tal como viene sucediendo en la actualidad en todo el país y en especial en la ciudad de Cali, haciendo que dicho sector finalmente se decida apelar a la protesta social y a la lucha por sus derechos y libertades de que gozan otros jóvenes pertenecientes a las clases privilegiadas de la sociedad caleña.
En esta ocasión resulta por lo demás patética la actitud asumida por el ex alcalde Armitage, quien en un reciente reportaje al diario El País afirmó en términos generales que “cuando llegué a la alcaldía quise cambiarle el chip a los caleños en la forma en que todos actuemos con los más débiles de la ciudad para volvernos más bondadosos, más distributivos….”.
Las políticas paternalistas implementadas en la ciudad han tenido un carácter recurrente, aunque cada alcalde determina que políticas continúan vigentes y cuales se suspenden. Tal es el caso de los programas que fueron liderados durante la alcaldía Armitage y que no fueron retomados por el alcalde Jorge Iván como por ejemplo, los gestores de paz, el centro de desarrollo infantil o el tratamiento integral a pandillas “jóvenes sin fronteras”.
Así las cosas, está claro que el paternalismo en materia social, tan solo ayuda a paliar la situación existente pero no permite erradicar las causas de los problemas económicos y sociales, generándose con ello falsas expectativas en la conciencia de la gente que confía en mejorar su precaria condición social e individual. Un ejemplo de todo esto lo constituye lo que sucedió en la administración del alcalde Armitage quien inicialmente logró a través de los comedores comunales, pasar de 4 mil a 60 mil personas a quienes se les proporcionaba alimentación diaria gratuita; circunstancia que a la fecha no ha tenido la mayor atención por parte de la actual administración municipal.
A la postre resulta muy fácil acudir al paternalismo que diseñar políticas de empleo estables y duraderas que integren no solo a los jóvenes sino a las familias en su conjunto como núcleo central de la sociedad, a las que deben sacarse de la pobreza y la miseria vinculándola a la producción social con la creación, por ejemplo, de nuevas empresas públicas o mixtas con participación del sector privado, con el fin de ampliar los horizontes en materia de crecimiento y desarrollo de la economía encaminados a satisfacer las necesidades básicas materiales y espirituales de las familias caleñas.
La superación de algunos de los problemas por los que atraviesan la ciudad y sus habitantes como consecuencia de la crisis económica y sanitaria, conlleva necesariamente de la creación de nuevas fuentes de trabajo, lo que implica la revisión del Plan de Desarrollo Municipal conjuntamente con la construcción de nuevas políticas públicas que generen beneficios para los sectores no solo más vulnerables de la sociedad sino de la población que en lo fundamental vive de su trabajo, lo cual permitirá sacar a la ciudad de la recesión y el estancamiento generalizado en que se encuentra en la actualidad, frente a los cuales el paternalismo social constituye una rémora en el camino para el emprendimiento y superación individual y social de la comunidad caleña.
Adenda: Otras de las formas de apartar al pueblo del ejercicio legítimo de sus derechos y libertades es desnaturalizando sus luchas a partir de las acciones de los anarquistas y vándalos que habiéndose apoderado de algunos sectores de la ciudad de Cali, se han convertido en los orientadores de la protesta social so pretexto de estar librando una gran batalla democrática y liberadora en el sentido de que por este camino es posible acceder al “poder de decisión” en torno a las justas reivindicaciones de los jóvenes que integran la protesta social, lo cual por supuesto está muy lejos de ser realidad. Mientras tanto las clases gobernantes se preparan para reprimir a los manifestantes constreñidos a transitar por los caminos del aventurerismo con la realización de actos de fuerza (bloqueos, retenes, etc.), que tienden a deslegitimar la movilización y con ello la lucha por sus derechos y libertades individuales y sociales.
Entretanto las autoridades de la ciudad y del departamento asumen una actitud complaciente y/o de absoluta incapacidad para garantizar el legítimo derecho a la protesta social desligado de toda clase de violencias, al tiempo que ésta irrumpe creando un clima de terror que poco a poco se ha hecho incontrolable por parte de las autoridades frente a los violentos y a los vándalos provenientes de diferentes sectores sociales y políticos que sacan provecho conforme al adagio popular de que “en río revuelto ganancia de pescadores”.
Veeduría ciudadana por la democracia y la convivencia social
Pablo A. Borrero V. Luz Betty J. De Borrero
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