Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

El Puente, el Río y la Alameda

El parque Lineal del Río Cali ha sido motivo de discordia durante mucho tiempo en la ciudad y fue quedando por fuera de los reflectores debido a los retrasos de los contratistas y al rechazo por parte de quienes desean seguir recorriendo la ciudad a través de amplias calzadas. Su prolongación desde el Club Colombia hasta Bellas Artes está embolatada. Esta obra, además de tener un valor paisajístico, promueve la pacificación del tráfico y la equidad por medio de la distribución del espacio para los diferentes modos de transporte.

Por tal motivo, hace dos semanas el Parque Lineal del Río Cali fue el lugar de encuentro para tomadores de decisiones. Alcaldía y Concejo, aprovechando las propuestas de reactivación económica y el regreso gradual de las actividades sociales y culturales, recorrieron el lugar con el propósito de buscar la manera de darle un segundo aire a este hito urbano.

Como se esperaba, la pregunta que de inmediato surgió fue: ¿Cómo incentivar a la ciudadanía a usar este espacio, a apropiarse de él y darle vida?

En primer lugar, el inconveniente es que esta administración aún no apuesta decididamente por grandes intervenciones orientadas a la movilidad activa y sostenible. En el discurso se habla de la importancia de la actividad física, de cuidar la salud y la casa común, pero en la práctica están quedados y llevamos casi un año pidiendo rutas seguras. Si bien es cierto que hay importantes esfuerzos en la recuperación de espacios, se priorizan intervenciones sobre la calzada para vehículos motorizados y poco sobre infraestructura bici y andenes.

Cuando se hace una rehabilitación vial –como la de la avenida primera a la altura del museo la tertulia— nadie reclama sobre el uso de los recursos públicos, como si no se estuvieran, literalmente, enterrando. Vale la pena observar cómo se pierde la altura del sardinel o bordillo en los rebacheos que se están realizando en la ciudad. La prioridad es la libre circulación. A un lado queda la protección y la integridad física de los que están en la acera.

Así pues, al hablar de movilidad sostenible y el cumplimiento de los objetivos del milenio se deja de lado la opinión informada y apelamos a los prejuicios. Pareciera que como ciudadanía aún no asumimos la responsabilidad de informarnos, de sopesar pros y contras para luego tomar decisiones conscientes, coherentes y consecuentes con nuestra realidad. La inmediatez y la aceleración que rodea nuestra ajetreada cotidianidad está definiendo el futuro de la ciudad.

Quienes nacieron entre los 60’s y 70’s, la denominada generación X, recuerdan con nostalgia las grandes transformaciones que hoy en día parecen inigualables. Sin embargo, es preciso reconocer que no se pueden esperar cambios si seguimos aferrados al pasado, pues, siempre existirán pretextos y se encontrará un responsable externo para descargar la culpa y evitar asumir nuestra responsabilidad.

Estoy convencido de que podemos cambiar la forma de entender la movilidad, sé que hay medidas no convencionales o que modifican el estatus quo que resultan impopulares. Aunque regularmente las soluciones propuestas tienen una fundamentación conceptual, técnica y empírica muy robusta, el problema es que en muchos casos el proceso se hace a espaldas de las personas y luego los expertos esperan que la ciudadanía entienda, acoja y celebre las decisiones.

Con tristeza veo el inconcluso Parque Lineal del Río que se encuentra desconectado, la lejana consolidación de la red de cicloinfraestructura y el sistema de bicicleta pública, que ya tiene dos estudios técnicos encima, pero que aún no se ve ni en las curvas. Para rematar, cuando alguien externo decide poner los ojos en Cali y dar un empujón, las hordas en twitter acaban hasta con el nido de la perra.

A finales del año pasado, un grupo de entusiastas jóvenes profesionales que trabajan diseñando rutas seguras para niños, niñas y adolescentes en el oriente de la ciudad, intentaron implementar la ciclorruta Vivo mi Cali sobre la Calle 8va. La ciudad demarcó el bicicarril pero los próceres y arlequines de turno salieron a rasgarse las vestiduras por las costosas materas donadas por cooperación internacional y en cuestión de horas, plantas y materas fueron retiradas.

Hago referencia a todo esto porque dentro de la propuesta para implementar el sistema de bicicleta pública, hay estaciones del BiciMIO ubicadas sobre el parque lineal del Río Cali y la avenida 2a hasta llegar al CAM y luego sobre el Bulevar a la altura del puente de la 8va, que conecta el oeste con el centro. La ciclorruta Vivo mi Cali inicia en el puente de la 8va y va hasta el templete, pasando por la plaza de mercado la Alameda sobre la cual se tiene planeado una intervención urbanística.

Escuchando la versión de Rubén Blades, que parece más su alter ego Medoro Madera, de la Flor de la Canela de Chabuca Granda “Alfombra de nuevo el puente, y engalana la alameda, que el río acompasará su paso por la vereda” pienso sobre lo bello que puede ser el recorrido de poco más de 3 kilómetros, a pie o en bicicleta.

Considero que si dejamos de intervenir cada lugar de la ciudad como si fuera una pieza aislada y pensamos en un modelo de ciudad equitativo, será posible que la ciudadanía explore y se apropie de estos espacios. Los caminos como gesto arquitectónico, según antropólogos y urbanistas, edifican identidad simbólica, por lo tanto son espacios de errabundeo necesarios para la consolidación de los hitos urbanos.

Quienes están al frente de la ciudad deben tomar decisiones que evidencien una apuesta decidida y real hacia una planificación sostenible y eso indiscutiblemente incluye la movilidad urbana. Como epicentro del suroccidente colombiano, Cali no puede evadir la responsabilidad y ser inferior a sus vecinos, que están apostando por la movilidad sostenible como Palmira o Jamundí haciendo un alto en el camino frente al desarrollo desbordado. De carambola quedaremos rezagados o terminaremos asumiendo el costo de las decisiones tardías.

Sin lugar a duda, sorprende la timidez de la administración, pues al interior de esta existe capital humano con grandes capacidades; sin embargo, invito a pasar del dicho al hecho y no quedarnos sólo hablando del casco para las motos. El año pasado fallecieron 41 ciclistas y 101 peatones en las vías y creo que ya es tiempo de tomar acciones al respecto.

Ojalá el mensaje encuentre eco en la ciudadanía adormecida y despierte el interés y el sentimiento de una masa crítica en movimiento. En palabras de Chabuca Granda “Deja que te diga moreno mi pensamiento, a ver si así despiertas del sueño, del sueño que entretiene, moreno, tus sentimientos”