Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

¿El reformismo como alternativa política y social?

Las propuestas de los jóvenes que intervienen en la protesta social y de los integrantes del comité del paro nacional, no solo recogen las necesidades e intereses de aquellos sino del conjunto de la población sumergida en la pobreza, el desempleo, la informalidad.

El reformismo constituye una concepción política y social con base en la cual se considera que con la aprobación de algunas reformas se pueden resolver los grandes problemas que surgen en la sociedad, lo cual no tiene por objeto erradicar sus causas más profundas ni remover los obstáculos que las producen, generándose con ello en la conciencia de la gente un estado de conformidad y de “resiliencia” que la aparta de la lucha social por sus derechos y libertades individuales y sociales.

Ahora bien, el hecho de que las reformas sean utilizadas por las clases dirigentes para afianzar el régimen político no significa en modo alguno que estas en general deben ser desechadas, sin entrar a considerar aquellos casos en que los gobernantes de turno se ven obligados a hacer concesiones a favor de los trabajadores y ciudadanos en general tal como puede suceder con las reivindicaciones de los manifestantes de la protesta social y del paro nacional, facilitándose con ello el avance de las fuerzas políticas y sociales en su lucha por lograr un mejoramiento sustancial de las condiciones económicas-sociales y de bienestar general afectadas con la crisis económica y sanitaria cuya presencia y expansión se incrementa en todo el país.

En este sentido el camino de las reformas constituye un paso adelante que puede servir para ampliar las conquistas y reivindicaciones en materia económica, política y social.

Las propuestas de los jóvenes que intervienen en la protesta social y de los integrantes del comité del paro nacional, no solo recogen las necesidades e intereses de aquellos sino del conjunto de la población sumergida en la pobreza, el desempleo, la informalidad, etc., que en esta ocasión tan solo piden ser tratados en igualdad de condiciones con las demás clases y grupos sociales en que se encuentra dividida la sociedad.

Su queja permanente es la de que las anteriores reformas y contrarreformas de la Constitución muy poco es lo que han servido para mejorar su condición económica y social especialmente en lo que se refiere a la materialización de ciertos derechos al trabajo, la paz, la democracia, en tanto que el país continúa siendo el segundo después de Haití, más desigual de Latinoamérica.

Mientras tanto los más fervientes y fanáticos neoliberales proponen introducir una serie de reformas antidemocráticas y antipopulares en materia laboral, pensional, de salud, tributaria y de restricción del ejercicio de ciertos derechos como la protesta social, al tiempo que exigen al gobierno reducir los impuestos, mantener los subsidios y toda clase de beneficios a favor de los grandes monopolios, como la mejor forma de recuperar la economía y atraer la inversión del capital nacional y transnacional.

Por otra parte, durante la vigencia de la Constitución de 1991 no ha sido posible aprobar el estatuto del trabajo ni reglamentar de manera precisa el ejercicio del derecho a la huelga, con lo cual estos derechos fundamentales se quedaron escritos en el papel, al tiempo que las acciones de tutela y populares se dilatan en el tiempo en medio de  las decisiones de una justicia ineficiente y politizada ajena al cumplimiento de sus deberes judiciales.

A manera de epílogo puede decirse que no obstante la importancia de las reformas, estas no deben asumirse como un fin en sí mismas, en tanto se imponen el cumplimiento de las tareas cardinales de la lucha social por los cambios que requiere el país en todos los órdenes de la vida económica, política y social.

Veeduría ciudadana por la democracia y la convivencia social

Pablo A. Borrero V.  Luz Betty J. De Borrero