Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

El tiempo de las turbas

Foto de Leah Mills/ Reuters. Tomado de Cómo una mafia pro-Trump irrumpió en el Capitolio de EE. UU.

Cuando se indaga por la organización humana desde su nivel más bajo a más alto de cohesión (una medida del vínculo) las turbas humanas hacen parte del nivel más precario, más instintivo y fugaz de cohesión. Por ejemplo hoy que termino de escribir esto, la ciudadanía norteamericana está en shock, NYT habla de crimen organizado, renuncian funcionarios del gobierno Trump y se contempla la posibilidad de destituirlo y enjuiciarlo. La marejada anímica que venía siendo agitada, rompe olas contra el muro de los adalides de la democracia. Interesante momento del paroxismo en la pandemia COVID-19. El tiempo de las turbas es oficial 

¿Cómo llegamos a esto? ¿Esta turba de dónde salió? Cuando se suponía un primer mundo orientado al bienestar. Este texto es una aproximación, rondando esta fuerza colectiva incinerante.

Las turbas humanas contemporáneas se han ido cocinando con esmero, sin reparo ni tregua, al calor de las Redes Sociales (Castells), sazonadas con los Movimientos Sociales (Touraine) y preparadas con cada alma desprovista que encuentra a su paso (Jung); todo lo cual se ofrece a humanos, es decir gente con sed del mito (Campbell).  Y entonces Paramio me recuerda: “Un individuo que tenga una identidad mal definida o no definida, no tratará de maximizar sus preferencias sino definirlas” (ref. Duque-Daza; pp.133), en palabras de Duque-Daza: “Puede suceder que su primera meta sea construirse un círculo de reconocimiento ante el cual puede evaluarse en forma predecible”; la turba es en ese sentido la realización de ese déficit, por lo menos mientras dura la euforia.

La turba tan útil y tan inestable en materia de objetivo, está al servicio de quien le sentido. Dar sentido es un decir al paso, pues involucra toda la complejidad de la pedagogía como puente entre sujeto y mundo (FREIRE) En este caso sujeto como contenido es la turba humana, ese movimiento masivo intempestivo de un conglomerado de personas, en el que cada individuo es una molécula llevada por la pasión del sentir colectivo en el que no somos sujetos autónomos. 

La turba humana es un colectivo de personas en movimiento tanto emocional como factual, y para imaginar este movimiento la metáfora de lo fluido por años ha sido hegemónica en la manera de entender la movilidad de las urbes. Atendiendo esa dinámica de fluidos es que Visión Cero considera el escenario (la calle) como vital para conducir esa turba de personas que recorremos las calles mediados por tecnologías útiles al desplazamiento.

La disciplina es un referente importante para entender la dinámica de lo colectivo, que en el caso de las turbas humanas, cuya temporalidad no alcanza a ser experiencia, se comprende más como unidad de sentido, exacerbada. En ese sentido, cómo encauzar una turba humana es algo que se intenta por cuatro canales. Canal uno: vida en común, con toda la riqueza e incertidumbre de las interacciones cotidianas, de una u otra forma vamos aprendiendo comportamientos que nos permiten seguir siendo parte de vida con la demás gente. Canal dos: los ejércitos, las escuelas, los hospitales y frenocomios, todos referentes de disciplina, que la modernidad amplió de la experiencia medieval del monasterio (Foucault) Canal tres: una versión menos aparatosa de conducir a la turba humana la ha afinado la sensibilidad publicista y el turismo: las turbas turísticas en el universo del consumo se nutren dela predisposición a la apreciación fugaz y sublime que ha alimentado la publicidad por décadas. Canal cuatro: la disposición espacial concreta y los objetos a través de los que interactuamos, que configuran un escenario que afecta los acontecimientos tanto en la unidad familiar, como en la calle o el parque. 

El canal uno es la convivencia misma. El canal dos nos permite acceder a una causa superior a la cual le servimos como agente (patria, estar en el mundo, salud o razón) En el canal tres el rebaño, propiamente hablando, se lleva al consumo de todo: objetos, paisajes, substancias o ilusiones. Políticos y pastores cristianos  llevan el rebaño aprovechando estos canales. Los rebaños sensibles a la situación social tienen oleadas de frenesí (generalmente lo visual mueve más que la palabra) sobre una injusticia manifiesta, una causa justa que requiere apoyo, alguna declaración altisonante con el sentir de quien reacciona o caso contrario interpreta el sentir de quien se une a la masa de likes, RT y compartir; está la masa que tropelea en las redes sociales insultando a quien considera su enemigo o simplemente porque se ubica en un lado diferente en el espectro político: P es guerrillero, U es un paraco, F es un tibio. A quien la causa del común no le viene ni le va, simplemente es masa que consume y se siente a gusto que pueda adquirir cualquier cosa de cualquier parte; una parte de esta masa es la que va en tropel a votar por imágenes, por consignas altisonantes, por personalidades con liderazgo, comportándose como cliente que compra una ilusión votando, y otra parte no vota pues ninguno vale la pena (este conjunto es aproximadamente 40% de la población apta para votar)

Estos tropeles de gente en determinados momentos, como las bandadas de estorninos cuando cambian de rumbo intempestivamente en masa, forman tendencia y sigue vacía la estrategia, que es la que define el rumbo. Cuando se ve el rastro de las tendencias se nota una confusión productiva para la inercia o el diletante, que en el terreno de las decisiones públicas produce dudas y en no pocos casos paso atrás frente a medidas que aportan al bienestar colectivo. 

La turba humana,  como conglomerado tiene mando y lleva un sentido efímero en la efervescencia de la emocionalidad desbordada y colectivamente asumida. Si se miran las manadas de mamíferos en la selva o en la sabana, incluso  de gente que vuela (aves) o marcan una senda (hormigas), se producen movimientos colectivos que tienen ciertos patrones y han sido estudiados (Franz De Waal). Hay liderazgos y rutinas que se repiten o varían, según los contextos, aún en un mismo grupo. En tanto humanos nuestra participación en una turba es claramente emocional y lejos de asuntos razonables, incluso -con el atenuamiento hasta el silencio de la intuición-  todo parece alimentar la percepción de lucidez de la turba, y con ese impulso se hace un like, se da un RT y hasta alcanza para sentirse arte y parte de la “opinión pública”, asistiendo a una marcha o acudiendo a un tropel para tomarse el Capitolio de los Estados Unidos de América. Y si tiene animosidad de liderazgo, esa convicción de fe le lleva a insistir a otros que acudan a esto que parece urgente, evidente, justo o necesario. El sentimiento de vacío de quienes no tienen vínculo con procesos sociales, en los que efectivamente se movilizan en la transformación de la queja en decisión de gobierno, solo se calma con el siguiente impulso, la siguiente injusticia o desfachatez que tantas reacciones atrae; y después el vacío.

La intención de llevar al conjunto de la población en alguna dirección, ayer con un rezo y la camándula, hoy con un algoritmo, está a merced de los intereses que convergen en la escena colectiva. En el modelo actual estamos ante el desamparo de mediaciones hegemónicas que están orientadas por el sentir corporativo más que asociativo (Gracias Trump por servir de ejemplo) es decir los intereses buscan maximizar sus beneficios, a costa de lo que sea necesario, incluso el bienestar de la tierra y de las comunidades humanas y no humanas.

Nos esperan tormentas de sentido en el que la forma emocional más económica de participación es la turba

COLETILLA

Antes de gritar ROBO! Con las turbas que quieren linchar al Alcalde de Cali y su gabinete, es sano mirar bien las cuentas. El mensaje que recibí de artistas que participaron es que esta Feria Virtual les salvó un pésimo año. Disfruté la puesta en escena y aprecié (observando en detalle) a la gente en su relación con dicha puesta en escena. Ya habrá tiempo de hacer las cuentas y tengan en cuenta que el esfuerzo es mundial

Jorge Rojas Valencia

Grupo de Investigación en Educación Popular
Universidad del Valle

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