Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

¿Es necesario?

Estamos en la temporada más colorida, alegre, emocional y familiar del año. Estamos en diciembre, a vísperas de celebrar Navidad y Año nuevo.

En estas épocas las ganas de realizar actividades con nuestra familia nos invaden y nos podemos a buscar ideas y comprar materiales, si bien es la época más feliz del año también tiene una sombra que la acompaña. ¿Sabes cuál es? La temida por muchos y anhelada por otros: la pólvora.

Esta sombrita que nos acompaña con más fuerza al finalizar el año se ha vuelto tan común que aunque sabemos los riesgos, el exceso de confianza nos da la fuerza suficiente para pasar por alto las precauciones.
¿Y sabes que es lo más oscuro del asunto? Que muchas veces la utilizamos en el más inoportuno de los momentos, es decir, cuando tenemos unos cuantos tragos bailando en la cabeza.

Es aquí donde la “valentía” te hace pensar que estar perfecto para usarla sin pensar en nada más que un momento de iluminación y chispas. ¿Te has puesto a pensar si a tu hijo o familia le gusta usar la pólvora? Muchas veces la respuesta de nuestros peques es, si mi papá lo hace yo también, es decir un “gusto” adquirido mas no propio. Cuando las usamos es más el gasto que la felicidad, es decir que literalmente te has quemado el dinero a consta de algo superfluo que no te suma ni te hará más grande ante los ojos de los demás. Son solo segundos y en esos segundos la gran mayoría de veces ocurren tragedias.

Muchos me dicen “mi hijo no sabe usarla, yo a él/ella le compro chispitas o diablitos”. Qué bueno que pienses así, pero la realidad es otra, un niño curioso descubre lo que sea y hará mil y un intentos por hacer lo que hace mamá o papá con ello. Por eso muchas veces sin querer se comen este tipo de pirotecnia o van a la estufa y prenden algo. ¿Por qué? Porque se quieren sentir “valientes y observados” por los demás, quieren saber qué se siente hacerlo ¡y no puedes regañarlos! Ni más faltaba, ¿cómo lo vas a regañar por un ejemplo que tú le estás dando? No sería coherente, ¿verdad?

Puede que la rabia te invada y pienses yo sí porque soy grande y el no porque es chiquito o el no porque es mi hijo, pero las cosas no funcionan así, las enseñanzas y los aprendizajes parten de la observación para luego llegar a la práctica y adivina quién es el primer ejemplo de nuestros hijos, nosotros sus padres o adultos responsables. 

No te estoy juzgando ni tampoco te digo que no la compres, ya que comprarla para muchos es inevitable. Tener esa atención a muchos les encanta y es imposible que no la compren, pero si lo haces ten presente dos cosas: la primera es ¿Qué ejemplo le daré a mi hijo? Y no, no es que por comprarla seas un mal padre ni nada de eso, simplemente que ejemplo le darás… ¿Le explicarás que es, como funciona, quién debe usarla y sus posibles riesgos? O solo se la mostrarás y lo motivarás a que haga lo mismo?

Cuando la compres para tus navidades no pienses solo en ti, en esos aires de grandeza y poder que te da utilizarla, porque si lo piensas bien es solo esa satisfacción de ser admirado o señalado que la que te hace sentir poderoso, tanto que tu hijo lo ve en tu actitud y tu postura y tenga la edad que tenga, si es pequeño querrá sentirse poderoso como tú y si es adolecente querrá sentirse tan adulto o incluso más adulto que tú y lo hará sin pensar en los riesgos.


Por eso es importante explicarle tanto lo bueno como lo malo, así como las responsabilidades de utilizarla y si necesita o no supervisión, y mientras lo haces se consiente e interioriza tus palabras para darles un ejemplo coherente.

Toda ocasión es una oportunidad de aprendizaje, de crecimiento y de evolución de nuestras acciones y pensamientos, todos los días somos maestros y alumnos. Utilizar la pólvora para darle más bombo a alguna ocasión está bien si para ti lo es, pero no te centres solo en eso y piensa en los demás. La idea de una celebración es precisamente celebrar la vida, la unión, la salud y mucho más, no es estar en un hospital lamentándose los “si hubiera hecho… si le hubiera dicho… si no le hubiera pasado…” Actúa desde la prevención y sé claro para no tener “hubieras” que lamentarse después.

Disfruta cada momento y colecciona recuerdos mágicos que durarán no solo en tus memorias sino también en las de tus seres queridos. 

Felices fiestas decembrinas.