En una isla donde vivían todas las emociones, un día la sabiduría les dijo: – «Les quiero avisar a todos que la isla se hunde, ¡se hunde!» Todos le dijeron: «No puede ser, vos estás equivocado» y la sabiduría les contestó: – «Yo nunca estoy equivocado».
La sabiduría se fue con la predicción y todas empezaron a irse, menos el amor, el amor dijo: «No, como se van a ir, todo lo que yo he vivido aquí, ¿cómo que la isla va a desaparecer? Debe de ser una falsa impresión, va a volver a resurgir.
El amor se asustó y se quería ir; pero no tenía barco, y parado en la esquina vio pasar a la riqueza en un barco y le dijo: «Tienes un barco tan grande, llévame contigo, yo no tengo barco» y la riqueza le contestó: «Me encantaría, pero el barco esta lleno de oro y piedras preciosas y no tengo lugar para ti».
Después, el amor vio pasar al barco de la vanidad y le dijo «¡Qué lindo barco! ¿me haces un lugar para salvarme? La vanidad le contestó: «Mírate como estas, estas todo sucio, lleno de rotos, afearías mi barco; gracias, lo siento.
Por último pasó el barco de la tristeza y el amor le dijo: «Tristeza hermana, no tengo barco ¿me llevas? y la tristeza le dijo: «Yo te llevaría pero estoy tan triste, que prefiero estar sola. Ahí el amor se dio cuenta qué por no querer soltar lo que se hundía iba a desaparecer para siempre…
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