Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo

El mundo cinematográfico siempre ha legitimado todo tipo de estereotipos sobre la mujer: la mujer débil que necesita ser rescatada por su galán salvador, la femme fatale o la figura de madre, hija y esposa. Laura Mulvey, teórica del cine feminista, en 1975, acuñó el término Male Gaze en sus críticas sobre las representaciones de personajes femeninos en los medios tradicionales. Este concepto teoriza sobre las tres perspectivas en las que se asienta la mirada masculina: la del hombre detrás de la cámara, la del personaje y la del espectador.

Para algunos directores la liberación de la mujer consiste simplemente en liberarla de la ropa

Alicia Macias

La construcción de obras cinematográficas en torno a la mirada masculina “relega a la mujer a un estatus de objeto para ser admirado por su apariencia física y para satisfacer los deseos y fantasías sexuales del hombre” explicaba Alicia Macias en un artículo para Pikara Magazine. Por otro parte, Kelly Sue DeConnick, escritora de cómics, ironizaba sobre como gran parte de los personajes femeninos existentes en la mayoría de las películas pueden ser sustituidos por lámparas bonitas sin alterar el transcurso de la obra. Kelly Sue lo denominó el Test de la Lámpara Sexy.

¿Qué tienen en común El Señor de los AnillosStar WarsSolo en CasaHarry Potter o El Padrino? Todos estos grandes éxitos de la gran pantalla no superan el conocido Test de Bechdel. Se trata de la herramienta más antigua para identificar la brecha de género en el cine comercial. En 1985, Alison Bechdel diseñó una tira cómica en la que una mujer le comenta a otra que nunca va al cine a ver una película si no cumple las siguientes condiciones: que muestre al menos a dos mujeres, que esas dos mujeres hablen entre ellas, y que dicha conversación no gire en torno a la figura de un hombre. Todas estas herramientas ejemplifican no solo la normalización de los típicos papeles de novias, madres o esposas, sino también como “para algunos directores la liberación de la mujer consiste simplemente en liberarla de la ropa”, condenaba Alicia Macias.

Tira cómica de Alison Bechdel
Imagen tomada de NO SUBMARINES

El caso más actual se puede encontrar en Akelarre, una película dirigida por Pablo Agüero cuya intención se centra en contar como la caza de brujas fue un feminicidio.

Akelarre
Imagen tomada de diezminutos.es

Esta mirada retrospectiva viene dada a colación del libro de Silvia Federici titulado Calibán y la bruja. Sin embargo, como apuntaba la escritora Audre Lorde, “las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo”, Agüero termina acudiendo a la mirada masculina y la obsesión erótica del Inquisidor con una de las protagonistas. La periodista June Fernández sentenciaba, “no hay rastro de Federici en ‘Akelarre’”.

Una de las grandes controversias en torno a miradas masculinas, que pretenden empoderar a la mujer, es La vida de AdèleAbdellatif Kechiche se encargó de adaptar El azul es el color más cálido, un cómic escrito por Julie Maroh. En palabras de la autora, la película es una “exhibición quirúrgica, fría, pornográfica y de mal gusto del sexo entre mujeres”.

No obstante, existen clásicos del cine como Thelma y Louise (1991), cuyo guion fue escrito por Callie Khouri– la primera guionista en ganar un Oscar sin la compañía de un hombre-, que consiguió dejar de victimizar a la mujer retratando la violencia de género. Además, Ridley Scott logra crear una versión femenina del género más aclamado de la década de los 60: las películas de carretera (road movies). Thelma y Louise supone una ruptura con las reglas establecidas de sumisión para apostar por “ser dueñas de nuestras decisiones y nuestras vidas: ser libres o morir”, reflexionaba la crítica de cine Leah Padalino.

En Tomates verdes fritosFannie Flagg como guionista, trata de combatir el machismo y el racismo anteponiendo la amistad y la sororidad, entre las protagonistas, por encima de roles y estereotipos.

Apostar por cine feminista significa arriesgar por Alice Guy– pionera del cine de ficción-, significa precipitar nuevos géneros, como los Serial Queens, o crear nuevos personajes femeninos que no se vean abocados a ser objetos sexuales. El cine feminista trata de empatizar con el público para conseguir representar una realidad que viven millones de mujeres en el mundo.