Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Las Tres Cruces de Cali

Nuestras tres cruces, NO fueron erguidas como recuerdo del Calvario donde murió Jesús. A diferencia de lo que motivó a la mayoría de los municipios a tenerlas, aquí en Cali, cuenta la leyenda, que el 3 de mayo de 1837 Fray Juan y Fray Vicente Cuesta subieron hasta el cerro con tres cruces de guadua adornadas con flores, por orden de la Arquidiócesis, precisamente para exorcizar al diablo que rondaba la ciudad con un sombrero negro.

Se dice que con las cruces encerraron al demonio en la montaña, el llamado Buziraco, que venía huyendo de Cartagena, espantado por el monje Fray Alonso de la Cruz Paredes y el obispo Juan Ladrada.

Se escogió precisamente el cerro que cuenta con una magnifica panorámica y de donde se puede visualizar toda la ciudad, simultáneamente es un punto focal desde la parte plana del municipio, punto muy recordado por los caleños, como remate del sendero de las procesiones en semana santa y porque se volvió la meta de la subida al cerro, después del trayecto que muchos alpinistas disfrutan por la dificultad.

La importancia de estas tres cruces como hito, está en los 183 años en los cuales han pasado de generación en generación, en la memoria de los caleños y de los visitantes. Ellas están incrustadas en el paisaje, son patrimonio de la ciudad y como tal merecen su respeto y protección; cosa que los encargados de la tecnología han pasado por alto y las autoridades municipales lo han permitido, dejando que sea la curia, quien aparentemente es la propietaria del monumento, y que no ha sabido hacerlo respetar, sacrificando el paisaje por motivos económicos.

Cómo puede ser posible que hoy NO se visualizan desde ningún punto de la ciudad como monumento, hoy por hoy se ven desde todo el territorio perdidas en un bosque de postes de antenas y de estructuras metálicas, perdieron su esencia y quizá por ende la protección del demonio Buziraco, será por eso que la ciudad va como va.

Mejor suerte ha tenido el monumento a Cristo Rey, que no ha encontrado competencia por ahora, siendo más pequeño que el famoso de Rio de Janeiro, se ha sabido hacer respetar como gigante.

Este panorama del cerro de las tres cruces es lamentable, no se pretende en ningún momento que la ciudad no cuente con la tecnología, ni con la antena que se requiere para ello, se puede respetar el monumento y estar incluso a la vanguardia de la tecnología, como lo han hecho en otros países, se trata de sentido común, de planificación y de tener en cuenta la armonía con el paisaje.

Es más, ha habido propuestas de solución a ese atropello, con una torre única que permita a todos los propietarios de antenas, conectarse sin demeritar la calidad de sus comunicaciones, que sea a su vez mirador y que no aplaste o atropelle los cerros tutelares del municipio; soluciones adoptadas en otras ciudades del mundo, como Toronto en Canadá, las desaparecidas gemelas de New York en Usa, las gigantes de Tokio y de los Emiratos árabes unidos y sin ir tan lejos en Mata Palo de Puerto López en el Meta.

Se trata de voluntad política, de respeto al patrimonio, de conciencia ambiental y paisajística, de amor por la ciudad.

Se imaginan ustedes lo agradable que sería volver a ver como remate del cerro las tres crucecitas protegiendo a la ciudad de las malas energías, y tener una torre única en Cali, en un punto estratégico de donde se contemple hasta el horizonte este valle hermoso en el que estamos ubicados, y que a su vez sea motivo de visita de turistas, de venta de comida típica y artesanías de la región, como se hace en otros lugares del planeta, que aprovechan hasta un edificio cualquiera para promocionar la ciudad y obtener recursos.

Definitivamente estamos en pañales en lo que es planificación, turismo y nos falta mucho de amor por Cali.

Las comparaciones son odiosas, pero en Medellín y en Manizales le han sacado provecho hasta a la montada del cable, han organizado sus llegadas casi como atractivo turístico, aquí la estación del cable en frente de Cosmocentro es monumental, pero hasta allí llegó.  Por qué no pensar en que no solo los habitantes del sector la utilicen, que haya algo más para que todos queramos encaramarnos: y menciono el cable porque, bien podría pensarse en un circuito de cables, hacer otro que uniera el Cristo Rey y las Tres Cruces, eso sí cuando desaparezcan las mil antenas y vuelva a ser un monumento digno de visitarse.  

Por: María del Pilar García A.