Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Ministro cínico, jóvenes dignos – Conversando Con Nuestra Gente

Ayer el ministro Molano volvió a agitar el debate público con su insistencia en sentirse orgulloso por el papel de protección que la fuerza pública le da a la ciudadanía y, de paso, acusó a 269 vándalos delincuentes de ser ellos, los únicos causantes de la inseguridad que vivimos a diario y, en particular, en los últimos meses después del anterior 28A.

No nos explica el ministro, cómo hace el gobierno para tener tanta eficacia en identificar y apresar a los «vándalos civiles» y al mismo tiempo sufrir tanta impotencia para identificar y judicializar a los «vándalos con uniforme» que en pleno día o en la penumbra de la noche, asesinaron y dejaron lisiados a muchos jóvenes protestantes en el estallido social y que él y los generales protegen con tanto esmero.

Insiste el ministro en un discurso vacío de defensa de la democracia, como si esta, la democracia, fuera una señora inválida, intentando convencer a la gente que el abuso de la fuerza pública es loable, puesto que defiende a la viejecita aquella, sin precisar que su tal democracia, es sinónimo de privilegios para unos pocos de su entorno y de exclusión para las mayorías de a pie.

Ya sé que decirlo así es incendiario para esos pocos privilegiados y para muchos de a pie que, o no entienden o, sueñan con congraciarse con quienes ejercen pequeños, medianos y grandes poderes en el establecimiento, con la esperanza fallida de mejorar de clase y ser acogidos por sus defendidos de oficio: sus propios abusadores.

En este pequeño pero crucial detalle está el punto que justifica nuestra esperanza en una juventud que parece tiene a flor de piel el sentido y el valor  de la  dignidad, en tanto reclaman su derecho a pertenecer, a ser incluidos, no mantenidos, y que además, ya notificaron a los agentes de poder público y privado que no están dispuestos a tolerar más que se sigan robando el país y destruyendo las opciones, de presente y futuro, para ellos y para quienes los siguen en la Colombia que nació al siglo 21 en este año.

Le reitero a la muchachada, que su derecho a dibujar el país que proponen les obliga a tener sensatez política, inteligencia social y un código ético que los blinde de caer en los mismos esquemas, vicios y trampas con las que los mayores se han tirado el país. No puede perderse en las alcantarillas de la historia la sangre derramada por la juventud mártir y menos el dolor de los padres, parejas e hijos que han quedado huérfanos de la compañía de estos jóvenes que han sido sembrados para retoñar frutos de vida en otros y en otras, tanto o más valientes que los que ya no están.