Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Necesitamos más Anarquismo

En los más de 40 días de Paro Nacional en los que se quebrantó la tan anhelada normalidad para los caleños, cada vez es más frecuente el uso de la palabra “anarquía” para referirse a la destrucción, la falta de gobierno y de autoridad en las calles; acciones que en principio se enuncian frente situaciones que ponen a miembros de nuestra sociedad en penosas situaciones de déficit de autocontrol. 

Decía el maestro Fernando González que “la autoridad es un mal que sufren los ignorantes, y que el fin de la evolución humana es la anarquía, estado cima de la conciencia”;  esta es la gradación en la que ponemos una  interpretación del anarquismo, en la conciencia. Y es que el discurso y por ende la praxis liberal ha hecho mucho daño; al intentar concentrar todo tipo de autoridad en la mano de hombres y mujeres que vigilan cada instante de la vida pública y castigan a quienes se salgan de los parámetros establecidos. Arrojando como resultado nuestra condición actual: Toda una ciudad haciendo un símil al programa humorístico del chavo del ocho ¿Y ahora quién podrá salvarnos? mientras afloran los espíritus más individualistas.

Un ejemplo de lo anterior, fue cuando Esteban Piedrahíta presidente de la Cámara de Comercio de Cali y el periódico El País lanzaron la alerta de desabastecimiento. El primer comportamiento de muchos ciudadanos fue el de hacer largas filas en tiendas y abarrotes logrando acelerar el desabastecimiento. En muchos casos gracias al afán acaparador de una minoría, que al mismo nivel de los vándalos que destruyeron el Sistema de Transporte Público, no calcularon el daño que dejaría a las cientas de familias empobrecidas del oriente que llegaron posterior a abastecerse, cuando los precios estaban altos y la comida realmente escaseaba, igual que el transporte público.

Ahora que tenemos a todas las instituciones estatales deslegitimadas, que la policía no puede entrar con facilidad a los barrios, que no existe político capaz de llamar a la normalidad, es momento de crear la nueva normalidad, pero esta vez en serio. Una nueva normalidad en la que dependamos menos de la autoridad policial y más de una autoridad colectiva en términos de solidaridad pero que se funde en las reflexiones individuales de la conciencia cívica. 

En mi lugar aduzco que todo este “desorden” no es más que la manifestación de las ideas liberales que entregaron la formación cívica, intelectual y social a las dinámicas del mercado y no a donde corresponde: “A la escuela viva” y a la “Sociedad activa”

Esta opinión apunta a lograr la confianza mutua suficiente para realizar los trámites que permitan la reconstrucción de la ciudad y evitar que en futuras oportunidades tengamos que destruir la ciudad para pedir lo evidente: Dignidad y escucha.

La recomendación de esta reflexión es leer algunos principios de la “Anarquía explicada a los niños” de la Editorial Milserifas que amablemente la compartió y lograr ver que en ese concepto tan satanizado y poco leído que en la “anarquía” puede que esté la solución a muchos de nuestros retos en términos de relaciones sociales-estatales. 
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