Una de las razones preferidas de quienes abogan por la existencia del Estado es la defensa de sus ciudadanos.
Recordemos que aunque desde la antigüedad diferentes filósofos se han referido al concepto del Estado, no fue sino hasta Maquiavelo que en 1513 publicó El Príncipe, cuando se acuñó el término. Y no fue sino hasta la Revolución Francesa en 1789, con su lema de «Libertad, Igualdad, Fraternidad», que el Estado empezó a conformarse en lo que actualmente se conoce como tal: toda organización política conformada por un conjunto de instituciones burocráticas estables, mediante las cuales se ejerce el monopolio de la fuerza para gobernar a una población delimitada por límites territoriales previamente establecidos.
El Estado es pues, el ejercicio del monopolio de la fuerza institucional y burocrática para gobernar una población delimitada en un territorio. Y ese monopolio lo ejerce, sin importar el sistema político, la clase política, que conforma el conjunto de instituciones burocráticas en el territorio delimitado.
Cuando hablamos de la fuerza institucional, este constituye el conjunto de normas, leyes, jurisprudencia, usos y costumbres que las instituciones burocráticas intentan hacer cumplir primero como mandamientos y llamados a la obediencia voluntaria y segundo y si es necesario por la fuerza policial o punitiva.
Por lo general, quienes defienden el Estado consideran que es un logro de la humanidad y una entidad necesaria, sin la cual no es posible tener una humanidad civilizada. Consideran que la humanidad está dividida entre explotadores y explotados y que si a los explotados se les da la posibilidad de ser explotadores, no dudarán de invertir su situación. Consideran que sin Estado, no es posible solucionar pacíficamente los conflictos entre los individuos y creen que sin este, una población delimitada geográficamente no se podría defenderse de sus vecinos.
Es una visión muy pesimista de la humanidad. Y sin embargo, es la visión que prevalece en el mundo hoy día, entre otras cosas debido a que la educación está en manos del Estado, el cual no ha escatimado esfuerzos en adoctrinarnos. Ver columna ¿Porqué un Estado más pequeño?
Sin embargo, algunos consideramos que esta no es la única visión posible del mundo, y abogamos por Estados más pequeños.
En este sentido, en el Estado colombiano, miremos que tan necesarias son nuestra fuerzas de seguridad para cada uno de los individuos en su territorio. Tenemos una fuerza policial que existe para imponer el orden institucional dentro de las fronteras del Estado Colombiano. Y tenemos unas fuerzas militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea), que existen para defender el territorio del Estado colombiano de invasiones extranjeras provenientes de otros Estados.
Sin embargo, debido al conflicto interno con grupos alzados en armas y financiados con el narcotráfico, el Estado consideró que era necesario enfrentar ese enemigo interno con sus fuerzas militares, cambiando su uso inicial. Eso se debe corregir. Para hacerlo, se debe reducir el tamaño de las fuerzas militares y tenerlas únicamente para conflictos externos. En caso de un conflicto de tal característica, siempre se puede recurrir al reclutamiento entre la población civil como se ha hecho durante la mayor parte de la historia de la humanidad. El sector productivo no tiene por qué pagar ese costo que existe solamente para defensa del Estado.
En cuanto a las fuerzas de policía que son para mantener el orden interno del Estado, en el caso colombiano habrá que mantener su tamaño mientras se encuentran otras maneras de reducir la criminalidad. Alternativas como despenalizar los cultivos ilícitos actualmente, y despenalizar la fabricación, comercialización y consumo de las drogas, con lo cual los índices de criminalidad en el país se verían disminuidos y la percepción de seguridad mejoraría. Ver columna Sobre el sistema penitenciario colombiano.
En Colombia, donde para este año el presupuesto para el Ministerio de Defensa asciende a más de 10.000 millones de dólares, de los cuales, el 97% son gastos son de funcionamiento, reducir el tamaño de las fuerzas militares, que actualmente superan los 250.000 efectivos, digamos al 30% significaría ahorros de cerca de 5.000 millones de dólares (18 billones de pesos) anuales.
Puede parecer una propuesta ingenua o descabellada. Sin embargo de los 194 países soberanos que hay en el mundo actualmente, 25 (que equivalen al 12,8%), no tienen fuerzas armadas: Andorra, Barbados, Costa Rica, Dominica, Granada, Haití, Islandia, Kiribati, Liechtenstein, República de Mauricio, Micronesia, Mónaco, Nauru, Palau, Panamá, San Marino, Samoa, Islas Marshall, Islas Salomón, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Tuvalu, Vanuatu y Ciudad del Vaticano.
Podrán decirme que casi todos son islas y por lo tanto territorios difíciles de invadir, que no es lo mismo que tener a Venezuela al lado. Pero, por ejemplo Costa Rica, el primer país sin ejército, que desde 1949 su constitución no lo permite, no es insular y limita con Nicaragua; y creo que Colombia, a pesar de todas sus fuerzas militares, ha perdido más territorio Estatal ante Nicaragua que Costa Rica, que no tiene ejército.
Las fuerzas militares como tal son un organismo que sobra, pues al Estado Colombiano, que recuerden es la organización política que conforma las instituciones burocráticas establecidas para gobernar por la fuerza institucional a la población en un territorio definido, solamente le conviene tenerlas por el Estado mismo.
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