Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Reflexiones acerca de un “líder” que agoniza

Cuando el actual presidente Iván Duque “ganó” las elecciones presidenciales en el año 2018, el país atravesaba por un momento de gran tensión política y social. Durante la carrera a la presidencia, Iván Duque se mostró como el candidato del nuevo liderazgo político, el de la economía naranja, el hombre de “menos impuestos y más salario mínimo”. Sin embargo, sus promesas quedaron solo en falacias. ¿Era de esperarse? Por supuesto.

Lastimosamente, en el lenguaje y en la construcción cultural colombiana no se enseña a seguir buenos lideres sino a obedecer patrones, personas que se caracterizan por tener cierta autoridad y poder económico, quienes muchas veces manipulan y no compensan justamente el esfuerzo, tiempo y conocimiento de sus súbditos; y no es para menos, si aún vivimos en un paternalismo feudal como bien predicaba Jorge Gaitán Durán en la década de los 50. Por ello, es normal escuchar entre el  coloquio frases como “pregúntele al patrón», «si señor, como ordene», «es que mi patrón aún no me deja salir», «¿patroncito me regala para la comidita?” y otras expresiones muy parecidas.

Este tipo de construcción social, condiciona a gran parte de la sociedad colombiana a vivir bajo la sumisión, la impotencia y el miedo; aunque el patrón sea un tirano, no se reprocha su autoridad, ya que su condición de superioridad es de mucha más valía que el libre pensar. Al colombiano se olvida que por derecho es libre y constitucionalmente tiene toda la libertad de ejercer la participación ciudadana.

La elección del actual presidente no se dio por su experiencia o trayectoria política, tampoco por su economía naranja o por sus propuestas de gobierno; ganó porque era el elegido del patrón. En ese sentido, existe un gobernante sin experiencia, carente de liderazgo y de palabra, elegido por estrategia política, para beneficiar a los ricos del país hundiendo así a la clase trabajadora y extender el poder y los intereses de su padrino político, en otras palabras, tenemos un “líder” que agoniza.

Sin embargo, la responsabilidad de nuestra realidad social, económica y política no es netamente de este gobierno, sino también de la ciudadanía, un pueblo que aún en su imaginario colectivo, se ve como esclavo y condescendiente a las órdenes del patrón, que grita a viva voz “yo voto por el que diga…”  Con miedo a cuestionar e indagar. Por eso, es momento de un despertar y el cambio es ahora.