Apreciado Pedro, transcribo tu comentario:
[1:08 p. m., 17/5/2020] Jose Alberto Tejada: Hola José Alberto. Vos sabés que yo respeto la libertad de opinión y de expresión, pero lo que estoy viendo en el grupo de WhatsApp del canal me tiene muy preocupado. Hay muchos miembros que están compartiendo material muy peligroso que atenta con posturas científicas e intelectuales. Hay un claro anti-cientificismo en el grupo, yendo en contra de las vacunas y los avances científicos y tecnológicos, auspiciando teorías de la conspiración y la paranoia en las que meten a Bill Gates, a la OMS, a las farmacéuticas y otro cantidad de grupos (que no creo que existan). Vos como periodista que debe avalar la verdad y los datos entenderás mi preocupación. Esta mensaje es simplemente para manifestarte mi preocupación al respecto. Saludos.
Esta es mi respuesta:
Pedro, tu preocupación debes manifestarla en el mismo grupo. Algunos integrantes así lo han hecho. El grupo es de opinión, es de circulación de ideas y de puntos de vista de todo aquel que así lo quiera hacer, con el solo cuidado de no insultar o manosear con mentiras, al interlocutor o al contradictor del debate o conversación.
Creo que te contradices cuando manifiestas respeto por la libertad de opinión y de expresión, y a renglón seguido, manifiestas tu «preocupación» por la circulación de «material muy peligroso que atenta con posturas científicas e intelectuales». Tu afirmación raya en la censura Pedro, y me desconcierta, viniendo de alguien que predica la libertad de opinión y de circulación de las ideas. Por principio, no creo tener autoridad alguna para decirle al grupo, que unos cuantos de sus miembros promueven el anticientificismo. Creo que son los mismos integrantes, quienes en un debate abierto, sin cortapisas, y sin que exista de parte mía o de algún otro integrante, la pretensión de estar por encima de éste, quienes al final decantarán sus propias ideas y convicciones. Si cada uno expone sus argumentos, insisto, sin la pretensión y la arrogancia de estar hablándoles a interlocutores ignorantes o de menor estatura intelectual, es decir, con una buena dosis pedagógica, se podrá lograr decantar el camino a la verdad.
El tema que nos ocupa, tiene mucho de largo y mucho de ancho. Nadie con un mínimo de raciocinio, puede desconocer, sin mentir, que de lado y lado de las posturas, hay personas muy reputadas en sus disciplinas. Éste, Pedro, no es un tema de debate menor. Es un tema espinoso, como el que más. Está en juego, nuestra salud, nuestra vida, pero también nuestro edificio social y económico. También nuestra propia cosmovisión. Nuestro modelo de civilización a futuro. Siendo así, francamente no creo que haya alguien que pueda afirmar con autoridad que hay que invisibilizar el grupo que no está de acuerdo con la verdad oficial. Por lo menos, en mi caso, prefiero darle espacio a la sospecha, pues me atengo al refrán «piensa mal y acertarás» en asuntos tan sensibles para la vida colectiva como el que nos ocupa.
Pedro, a Giordano Bruno lo quemaron en la hoguera por su cuestionamiento a la ciencia oficial y por la misma razón a Galileo lo anularon en el medioevo renacentista. Y hoy, después de siglos, sus sospechas se confirmaron y han contribuído a construir esa «ciencia» que defiendes. La ciencia Pedro, tiene partos dolorosos hacia la verdad. El lío es que en más ocasiones que las deseables, la ciencia termina convertida en doncella del poder político y económico y ahí es donde está el peligro.
Tengo para decirte, que en los años 50 y 60 del siglo pasado, USA, la OMS y los laboratorios de la Big Pharma y de la industria alimenticia ya hacían de las suyas. Mi madre, por ejemplo, quedó embarazada a finales de los 50, de una niña y, en pleno embarazo, le aplicaron vacunas y le dieron a tomar «medicinas», que consiguieron que naciera mi hermanita con hidrocefalia y muriera a los 3 meses, después de un inmisericorde sufrimiento humano, para ella y para mi madre. Al mismo tiempo, otra parienta que había recibido los mismos tratamientos, dio a luz una niña con un brazo que terminaba en su codo. Puedes averiguarlo con las historias clínicas de la época. Fueron muchos los casos de embarazos fallidos, de bebés con deformaciones, de madres enfermas y todo inspirado en la ciencia oficial. Todo ello, originado en el expediente de vacunación masiva y de nuevos medicamentos “experimentales” que se promovió por esos años. Igual pasó con la leche materna. Antes de los 50, en nuestro medio los bebés se alimentaban con leche materna. Después que la ciencia oficial dijo que el seno era peligroso para los bebés y que la leche materna podía reemplazarse por leches de mejor calidad, aparecieron como por encanto, la leche NAN, la S26, la Klim, la Nestógeno y muchas otras, todas reemplazando el seno materno y la conexión afectiva que tal evento significaba para el bebé.
Lo que no debemos hacer, en ningún caso, es invitar a la gente a no cuidarse, a vivir como si nada pasara. Esta es una actitud de mínima responsabilidad ante las evidencias que se tienen del fenómeno Covid 19. Lo que sí podemos hacer, quienes así lo asumamos, es defender la verdad oficial sobre el fenómeno o, controvertirla. De nuevo insisto, en la orilla de quienes controvierten la verdad oficial, hay científicos y médicos con amplia trayectoria. Y como asumo que el periodismo, puede y debe alumbrar como la lámpara de Diógenes, creo que esos planteamientos deben ser controvertidos, más allá, del desprestigio a sus postulantes, con evidencias que demuestren que no es cierta la sospecha que se cierne sobre el fenómeno Covid.
Finalmente Pedro, hoy más que nunca es necesario recordar la frase de Evelin Beatrice Hall, biógrafa de Voltaire, cuando expresa: «Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».
Con aprecio,
José Alberto Tejada Echeverri
Director Sistema Informativo CECAN MEDIA
Celular: 3182050668
twitter: @joaltejada
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