Profesor Alberto, como siempre es un placer y un honor leer sus textos. Este no fue la excepción. Y espero que esta respuesta no sea un atrevimiento de mi parte. Sin embargo, hay varias cosas que me han dado vueltas desde anoche que leí, con calma, su artículo.
La primera, y tal vez la más importante, es justamente el argumento central de su texto. Que indica “que la situación que estamos viviendo hoy en día está «pasando la factura» del inmenso costo social que representó para el país el enfrentamiento de los grupos ilegales con medios ilegales”. El despliegue propiamente paramilitar se empezó a configurar a finales de los 70, se fue consolidando en los 80 junto con el narcotráfico, se estableció en los 90 y en los 2000 gobernaba conjuntamente con alcaldes, gobernadores y el presidente de la república. No son pocos los casos en los que los paramilitares y los políticos establecían alianzas profundas, incluso, en ocasiones, eran indistinguibles los unos de los otros.
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