Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (106)

La calle.

El sentido de la vida significa tener algo porque vivir. Algo o alguien que muestre que el día a día tiene sentido. Algo o alguien que de esperanza para no sentir que la vida se arrastra, que la vida pasa y que todos los días se volvieron planos.

Lo primero que hay que aclarar es que cualquier encierro enloquece. En los niños, por ejemplo, si el castigo es encerrarlos, esa actitud incrementa las fobias infantiles. En los adultos puede producir depresión, intentos de suicidio y hasta alucinaciones. El meme de “no te preocupes si te encuentras hablándole a la lavadora, preocúpate si ella te contesta” es la síntesis de una alucinación. Que puede estar sucediendo ahora, en la psiquis de mucha gente. Qué paradoja, es posible que los más juiciosos y obedientes, sean hoy los más “enloquecidos” precisamente porque no se han dado ningún espacio diferente a su casa. Y repito, el confinamiento puede enloquecer…

La calle es un espacio diferente, que oxigena; te permite sentir aire y energías renovadas, te permite desestresarte porqué rompe el círculo de la rutina. La calle es una incógnita. La casa es absolutamente predecible, rutinaria, a veces aburridora. En casa normalmente no hay sorpresas, la calle es una aventura. La calle plantea creatividad, encuentros con conocidos y desconocidos, la casa “son los mismos”, oficio, obligaciones, exigencias. En estas circunstancias la casa y la calle están tan extrapoladas, algo así como blanco y negro, que se puede magnificar una y denigrar de otra, injustamente. Es hora entonces de fluir. La calle es una necesidad y ya sea dándole la vuelta a la manzana, con tapabocas y sin contacto con nadie, se debe salir. Se debe cambiar de ambiente. El gobierno no le ha dado ni un ápice de importancia a la salud mental pero no hay que olvidar que el confinamiento enloquece. Cada quien, adulto, debe tomarse “su medicina” de salud mental y administrar la calle. Hoy por hoy la calle es salvadora, no es necedad, no es capricho. Es estabilidad emocional y en la calle hay una respuesta sanadora…