Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (138)

Es como una película.

Hay momentos que pareciera que estamos en una representación de teatro y esto fuera a terminar. Puede suceder en cualquier situación; en la calle, en el banco, en el supermercado. No, esto no está sucediendo ¡Voy a despertar! Esto va a terminar y volveré a lo de siempre. Volveré a lo cotidiano. Pero la película sigue y sigue y nada que se levanta el telón.

En las calles uno, otro, otro y miles de almacenes cerrados. Se me perdieron los referentes con los que me ubicaba en mi ciudad. El almacén de las faldas, el cafecito del pastel delicioso, la señora que arregla la ropa, ¿Qué se hicieron? El restaurante donde desayunamos, la pizzería, las revistas ¿Dónde están? Es como si fueran desapareciendo de nuestra vista y nosotros nos estuviéramos diluyendo con ellos…

¿Qué me hice que no tengo ubicación? ¿Qué me hice que no tengo anclaje en el mundo real? Si el escenario externo desaparece, ¿corro el riesgo de esfumarme con él? Como en un Alzheimer colectivo, nos estamos yendo.

Son momentos, instantes, pero la sensación de la película, del mal sueño y la necesidad de despertar, no desaparece. En procesos de duelo se dice que es la etapa de la negación. No creer, no aceptarlo. Solo que se prolonga tanto que ya no hay forma de seguirlo negando. La película sigue, aunque sea doloroso, pero, ¡no es una película!

Es la vida que nos correspondió, la que yo elegí y no me queda más que aceptar que no habrá despertar porque ya estoy despierta. Solo nos corresponde mirar para adelante, construir nuevos referentes y seguir. Es la diferencia entre la salud emocional y la desesperanza.