Un consejo
De las primeras cosas que aprende un psicólogo es a no dar consejos. ¡Está prohibido! Aconsejar crea dependencia y lo que se busca en terapia es que las personas caminen solas. ¿Qué se tiene que caer y rasparse? Si, claro, es parte del proceso. Parte del aprendizaje para manejarse uno mismo. Es la vida, que no es fácil para nadie y que tenemos que aprender a lidiar a costa de dolor, sufrimiento y problemas. Se va donde el psicólogo para “aprender a caerse” o en otras palabras a aprender a enfrentar problemas, no para vivir sin ellos. O como dice un estupendo meme: “Psicoterapia, ese lugar incómodo donde se paga para que te digan que la culpa no es del otro”. Hoy voy a atreverme a darle un consejo. Que lo puede tomar o dejar, está en todo su derecho. Me atrevo a planteárselo porque de tanto escuchar y percibir los problemas de la gente, se concluyen que hay una forma de vida culturalmente aceptada y transmitida que puede estar haciendo más daño que beneficio. Intente vivir sin sueños. Espérese, no se ofusque, y termine de leer al menos este párrafo.
Los sueños son por lo general lo que uno desea que suceda en la vida. Los sueños son castillos en el aire que terminan desmoronándose como andamios de naipe ante el menor soplo. Porque los sueños nunca se cumplen como uno espera. Al sueño siempre le queda faltando. Y por andar soñando, por andar en las nubes, no acepto la realidad. De lo que está allí, a su alrededor; que con seguridad “no es tan malo” como se cree. Lo que sucede es que los sueños hacen que el entorno se vea “miserable”. Le apuesto a que no es tan despreciable. Alguna vez escuché una frase bellísima “soy un idealista sin ilusiones”. Creo que es una expresión acertada de equilibrio entre concebir un mundo diferente pero no esperar que suceda. Es difícil explicarlo, pero es algo así como saber que la vida debe ser distinta, pero no atormentarse porque no suceda. Vivir sin sueños no significa vivir sin metas. Vivir sin sueños no significa conformarse o someterse. Lo que sucede es que la realidad ha sido tan desprestigiada, se la ha calumniado de tal manera, que de tanto desvalorizarla se terminó huyéndole. A través de los sueños, que no existen y que son pura fantasía.
Analice cuáles son sus momentos más difíciles y estoy segura de que se encontrara que son aquellos en que esperó algo que no se dio como anhelaba. Vivir con los pies puestos en la tierra significa estar más tranquilo, con un nivel de aceptación que le hará mirar la vida tal cual es. Los escritores con su teoría del realismo mágico afirman que en la realidad están muchas situaciones y momentos maravillosos, que no logramos percibir por andar buscando no sé qué cosa en no sé dónde. Claro, si su compañero o compañera no es como la de la película con seguridad que lo percibirá como horroroso, u horrorosa. Pero si la telenovela la deja en su lugar y no busca al galán en su compañero, puede que se encuentre con un hombre que no es ni tan feo, ni tan repulsivo. Ensaye con todas las cosas de su cotidianidad y vivirá diferente. Aun cuando al principio se asuste de ese fatalismo “vivir sin sueños” poco a poco encontrará que por allí es el camino para la felicidad. Propósito del momento: no soñar. De pronto la vida no es tan mala ni tan despreciable. Solo que dejó de soñar y aceptó lo que tiene, no lo que le falta.
Por: Gloria H.
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