Sala de espejos
Nos asusta la diferencia. Soñamos con una sala de espejos donde todo sea igual. No queremos discrepancias ni disensos. No queremos escuchar opiniones diversas. Solo, desde mi prepotencia, escucho lo que resuene en mi onda. ¿Cómo quiero crecer si no es estimulada con el sano conflicto que me cuestiona y me confronta?
No es fácil pero hasta los insultos se aprenden a recibir. El insulto es un regalo, un paquete que tú tienes la opción de recibir o no. En la diferencia merecemos insultos cuando se acaban los argumentos. ¿Por qué golpea tan duro un insulto si no es cierto? No podemos controlar el sentir de otros pero si debemos respetarlo. La mayor prueba de tolerancia es respetar al que me irrespeta.
El desear grupos solo de iguales puede ser más un signo de cobardía que de apertura. Es como parar a mirarse el ombligo. Los diferentes cuestionan, nos ayudan a crecer, nos enriquecen. Oír a otros, leer, argumentar, esa es la vida. No debo imponer mi verdad: solo la expreso, no voy a convencer a nadie de ella. Por absurda que sea una verdad, es la verdad del otro. Merece mi consideración.
Habla mucho de ti tu capacidad para ser tolerante, para respetar la diferencia. ¿Un mundo de iguales? que aburrimiento.
Por: Gloria H.
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