Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (158)

Caras de la muerte.

Se ha creído que la muerte viene asociada con dolor, tristeza y sufrimiento. El concepto y vivencia que tenemos de ella ha sido transmitido de generación en generación como un desgarramiento, como un final que nos precipita en la desesperanza. ¿Qué hay después de la muerte física? Las respuestas pueden ser tantas como creencias existan. La muerte aparece teñida de color negro, lágrimas, miedo y desapegos. En vida, nos asusta pensar en la muerte, aquel acontecimiento humano que sucede minuto tras minuto, todos los días, a todas las horas y en todos partes. ¿Para dónde vamos?

Pero la muerte está allí y tiene varias caras. O dicho en otras palabras, no siempre causa dolor y angustia. No siempre nos debe doblegar y sumirnos en la desesperanza. De acuerdo a conceptos más “sanos”, la muerte puede asumirse como un descanso, puede ser sinónimo de alivio. De una paz tranquila en el corazón de quien se muere y en el corazón de los que aún permanecen. La paradoja de nuestra educación es que aquello seguro que debemos vivir no tiene “manual de instrucciones”, no se enseña, no hay cátedra sobre “morir” ni para nosotros ni para los que nos rodean. A la muerte se llega (o nos llega) como una bofetada que puede llevar a renegar de Dios, o de las Iglesias y creencias, que instala odio, resentimiento en el corazón por lo “injusta” que aparece. Se pierde la confianza en la vida porque suena a traición, “en los mejores momentos”, o desde nuestros cálculos humanos todavía “faltaba” mucho por hacer. ¿Por qué ahora?

Como si nos tomara por sorpresa, como si nos cayera de improviso y la consideráramos un castigo, algo que no merecemos, que “todavía no era”. ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué con los míos? Ni siquiera hoy existe el término “paciente terminal” porque todos somos “terminales”, todos estamos a un paso de la muerte, en cualquier momento puede suceder pero… paradójicamente, ¡nos toma de improviso! Como niños de jardín, jugamos al escondite, sabiendo que convive con nosotros y en cualquier momento solo aparece, se hace visible, sale de su cueva y dice “aquí estoy”.

Hay tanto por aprender sobre la muerte, tanto. Las distintas religiones tienen conceptos bellísimos que bien podrían transmitirse para generar paz. Detalles importantes: no hay que precipitar la cremación. El espíritu, la energía o el alma, se van “desprendiendo” lentamente y el tránsito entre la vida y la muerte, así sea sorpresivo, requiere tiempo de soltura. Salud Pública, en Cali, no permite cremación sino han transcurrido 24 horas de la muerte de la persona. No sé si por creencias o por precaución, es una medida sana energéticamente hablando. A su vez, de acuerdo a las creencias budistas, se debe rodear la cabeza del que está partiendo, no sus pies, puesto que es la forma de facilitar el proceso de desprendimiento de manera más equilibrada.

Interesante escuchar música suave, donde los sonidos contribuyan a la armonía del momento. No hay que olvidar que somos seres de energía y la resonancia amorosa facilita el tránsito. Tanto por aprender. Nos lo enseñan (a las buenas o con dolor) los que parten primero. Valdría la pena ayudar en una nueva mirada hacia la muerte. Tiene muchas caras y también puede generar paz y tranquilidad. Así lo sentimos.