Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (160)

Nuevos niños y niñas.

La pandemia los esta haciendo diferentes. Ademas de los cambios culturales, resultado de la evolución, estas nuevas generaciones tendrán un sello diferente. Porque el cambio es un proceso que no se detiene. Hemos deseado con vehemencia que el mundo de la mujer sea diferente, que ella “exista” para la cultura, para los pueblos, para la ciencia.

Deseamos de corazón (y por necesidad) que la mujer tenga palabra, criterio, poder. Que deje al lado la dependencia y la sumisión y se sienta autónoma, íntegra, capaz. ¿Cómo esperar entonces que una nueva mujer no engendre y forme un nuevo niño o una nueva niña? ¿Cómo pretender que una nueva cultura no genere una nueva infancia? ¿Cómo esperar que un confinamiento no marque la vida de los niños?

Nuestros niños son diferentes, están en una onda completamente renovada (para bien o para mal) y anhelar al niño o la niña del siglo pasada es una utopía. Mas bien sería un acto nostálgico totalmente desarticulado de la realidad. Los niños y las niñas de hoy son mas acelerados, sus mundos cambian con mayor rapidez y hasta la biología es implacable. La menstruación llega a alrededor de los 9, 10 años para advertir que la pre-adolescencia está cercana a los 10 años. La infancia se está terminando alrededor de los 8 años. ¿Mejor o peor?

Argumentos de lado y lado que pondrán llevarnos a discusiones interminables. La realidad, la fotografía de hoy, es que la infancia también cambió. ¿Llegará la humanidad “a quedarse” sin infancia? Existe la posibilidad. Pero si sucede, el mundo se adaptaría a ese cambio y viviría de acuerdo a esa realidad.

La velocidad de las modificaciones no se puede detener pero lo que mas golpea es la rigidez de mentalidades que no aceptan el devenir. Para los que nacieron ahora o hace poco “es totalmente natural” lo que sucede. Sin espejo retrovisor no tienen cómo comparar y sólo miran para adelante.

Los que se conmueven son aquellos que comparan y anhelan el pasado. Nunca nada será como antes. Un nuevo mundo, una nueva pareja, nueva familia, nuevos niños.

La tecnología bombardeándolo todo, el mundo en ebullición –buena y mala-, un virus sorprendiendo, las religiones cuestionadas, la ciencia en revisión, los papás manipuladores, las políticas generando protestas ante su falta de justicia y desigualdad y… ¿los niños estáticos? ¿congelados? ¿Si lo cree? Aun más, marcados por la pandemia, ¿cuánto los marcará este virus en su actuar ? ¿Cuántas veces se comentan “las genialidades” de los niños de hoy?

No sólo es candor de padres o abuelos sino una realidad que a diario se desborda. Mas libres, mas espontáneos, con mas información, mas “estimulados” ¿cómo esperar que sean iguales a los de hace 50 años? A un niño o una niña se los puede manipular para que “actúen” en determinado escenario. Pero no se pueden desconocer las condiciones innatas que les brotan por todos los poros.

Preguntan, cuestionan, son “igualados”, retadores, desafiantes. También están golpeados, temerosos, ansiosos. La añoranza del “niño antiguo” es una nostalgia válida, pero no deja de ser eso, una añoranza como tantas otras a las que debemos renunciar. Hay que quebrar el espejo retrovisor y mirar para adelante. A no ser que aceptemos qué “nos quedaron grandes”. ¿Será que si?