Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (165)

¡Bruja!

La palabra bruja es sinónimo de insulto. Decirle bruja a una mujer puede significar fea, manipuladora, astuta, maldadosa, loca, o todas las anteriores, adjetivos todos que tratan de esconder el verdadero (y aterrador) significado. Porque una bruja tiene PODER y frente a ello la cultura y los hombres salen despavoridos. Ni la cultura con el instrumento de la razón ni el hombre con el machismo han podido eliminarla del escenario. Ni la desaparecen ni la controlan Por eso bruja sigue siendo tan despreciable (para ellos) y tan atractivo (para nosotras).

Bruja significa astucia, poder, independencia. La brujería es tan antigua como la humanidad y fue la única manera como las mujeres, en épocas muy pretéritas, encontraron para ser libres e independientes, desligándose del poder patriarcal. El hombre podía encerrarla físicamente pero ella podía escaparse de su prisión con ingenio, imaginación e intuición. Conoció el poder de la naturaleza, a través de las plantas y los conjuros, y colaboró ayudando a que el mundo aprendiera cómo transformar los elementos que nos rodean. Tenía el poder de modificar lo que veía y esto era demasiado impactante para las mentes elementales de la época. Pero ella, la bruja, la hechicera, continuó. No se amilanó y estimuló todo su potencial femenino, asentado en su lóbulo correspondiente, para incrementar la intuición y la percepción cada vez más reconocidas en el mundo científico actual.

La bruja se encuentra impotente ante la razón y poder masculinos pero totalmente libre y suficiente ante los poderes que le dan la conexión con lo concreto, lo sutil, lo impredecible. Ese es su reino. El diccionario la describe como “hechicera, adivina, encantadora, maga, arpía, bicho, malvada, pérfida, víbora, pécora”; pero en definitiva es poderosa, capaz de controlar lo que se le antoje. En el mundo de los cambios, donde las dimensiones cada vez son más cercanas, la bruja es la reina del futuro. Y la ciencia se encuentra, a través de la Física Cuántica muy cercana a la transformación, a la magia, a la brujería. Algo inaudito para la Ciencia tradicional es aceptar que la mirada personal del observador modifica el experimento observado. Como si fuera magia, cada uno de los investigadores pueden darle un sello personal a lo investigado y “modificarse” de acuerdo a esa mirada. Una mente abierta calificaría lo anterior como alquimia, como algo sorpresivo o milagroso.

¿Cuál es la diferencia entre un ángel y una bruja? ¿no realizan igual tarea? ¿No son hacedoras de milagros, de hechos mágicos, inesperados? Pues bien en el reino de lo sutil, todas las energías se aúnan para “servirle” a los humanos. Pero es la intención la que marca la diferencia. Es la intención la que habla de magia blanca o magia negra. Es la intención la que hace que el acto mágico por excelencia de la Religión Católica, se entienda como un acto sagrado: la conversión de la hostia en el cuerpo de Cristo. ¿De acuerdo a las creencias de cada quién puede catalogarse como un acto sagrado, mágico? ¿Alquimia? En definitiva las brujas, los ángeles, están al servicio de la transformación. Estamos hablando de lo mismo, solo que se utilizan sustantivos diferentes. Y claro, es un orgullo, una satisfacción inmensa poder clasificar para bruja. A todas las que se quieran considerar con ese poder “sobrenatural” bienvenidas al aquelarre.

Por: Gloria H.