El privilegio de las amigas
En el imaginario colectivo se habla de que las mujeres son despiadadas con las mujeres. Una jefa es mucho más “dura” y exigente con las mujeres que con los hombres. Y si comenzáramos por el principio, hay estudios muy serios que hablan de la gran dificultad de las mamas con sus hijas, mientras que con los hijos hombres es más fácil dejar rodar su afecto. Se habla entonces de competencia, de rivalidad, de celos, o porque el padre privilegia a la hija por encima de la madre, o porque la hija es más joven y lozana que la madre o porque la hija logra, en el mundo de hoy, muchos privilegios que la madre no logró vivir. Y aun cuando los medios de comunicación quieren limitar la anorexia a un problema de moda y pasarelas, es obvio que detrás de esta terrible enfermedad está el fantasma de una mala relación de la hija con su madre, puesto que la madre es la “primera nutriente” y al tener dificultades (conscientes o inconscientes) entre madre e hija, en su imaginario la hija considera que el alimento (representante de la madre) ¿está dañado?, ¿envenenado? y puede causarle la muerte. Por lo tanto, es más fácil no comer que dejarse “envenenar” imaginariamente por la madre, como fruto de la mala relación.
Entonces, las mujeres pueden ser fuertes, competitivas, despiadadas entre sí. Hay muchas que muy orgullosas pregonan que es más fácil ser amigas de un hombre que de una mujer. Algunas casadas, ven en cualquier amiga un “peligro” para su relación de pareja y por lo general si algo sucede que afecte la relación conyugal, la mala siempre es la otra, la amiga, mientras su compañero es un pobre inocente a quien “la otra bruja” le hizo el trabajo. Bueno, hay quienes tienen esta clase de concepción de las mujeres y es válido respetarla porque algo deben aprender de estas situaciones negativas. Sin embargo, casi nunca se habla de lo increíble, de lo maravilloso, de lo extraordinario que significa un grupo de buenas amigas. Personalmente me considero una persona bendecida por el privilegio que poseo de contar con ellas. Extraordinarias, risueñas, solidarias, comprensivas, criticonas, con un humor que ablanda, con una capacidad para prestar y regalar libros, para preparar platos deliciosos de comida, para invadir las neveras a punto de helados de chocolate, tortas de chocolate, dulces de chocolate. Amigas en las buenas y en las malas.
Amigas, sin necesidad de edades semejantes, sin necesidad de practicar la misma política, sin necesidad de exigir gustos parecidos. Nada. Solo amigas para acompañar, para contar el chiste, para dar la mano, para hablar del último brujo o bruja, para intercambiar direcciones en internet. Casadas, solteras, separadas, viudas y algunas que practican todas las anteriores a la vez, pero amigas. Donde es fácil decidirse por un día “encerradas” en un apartamento al lado del mar, o en cualquier escenario, disfrutando de esa amistad antes de buscar aventuras por fuera, amigas que parece hubieran trascendido la necesidad de hombres a-toda-hora para sentirse bien, amigas incondicionales que definitivamente son una bendición. Amigas para viajar, para ver películas, amigas que parece que hubieran borrado del diccionario la palabra pelea, intolerancia, intransigencia. Amigas en lo espiritual y en lo terrenal. Mujeres sí, evolucionadas, con un sentido de vida diferente, jalonando experiencias personales que terminan enriqueciéndonos a todas. ¿Esto no es acaso un privilegio? ¡Definitivamente una bendición!
Por: Gloria H.
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