Por: Gloria H.
¿Las religiones atrapan?
La historia de la humanidad y la historia del desarrollo de un niño son paralelas. Es necesario adecuar las explicaciones y conocimientos de acuerdo a la etapa que se está viviendo. No entiende igual un niño de 6 años que uno de 12. A la vez, no es lo mismo una explicación en la Edad Media a una explicación en la época Moderna. Sin calificar alguna etapa mejor que otra…
Son momentos de evolución, absolutamente necesarios para llegar a donde hoy estamos. Con los buenos o malos resultados que esto implica pero los cambios son contundentes.
Así como algunos individuos crecen más que otros o su nivel de evolución está más adelantado, también sucede lo mismo con las diferentes comunidades en la tierra. En un colegio existen estudiantes en kínder y en grado 11. Es obvio que no capta lo mismo el de primaria que el de bachillerato y hay que adecuar las lecciones para cada nivel.
La religión fue una “materia” que se necesitó en los primeros grados de evolución. Explicar cómo era el mundo que nos rodea necesitaba metáforas, rituales y parábolas que facilitaran el entendimiento. El sol y la luna “hablaban” y significaban. La naturaleza era “divina” y a través de ella se manifestaba el poder “inexplicable”.
Se nos habló entonces de “portarse bien” porque sino Dios castigaba o el infierno nos calcinaría. La culpa, el pecado fueron los “látigos” con el que se trato de educar para evitar que hiciéramos “lo que se nos diera la gana”. Se debía obedecer, aceptar a cualquier explicación y evitar cuestionar. Atreverse a disentir era casi que un sacrilegio. ¡El mundo era uno solo, con una sola verdad y una sola explicación!
Pero ya no somos niños. ¡Crecimos! Y en un proceso evolutivo también vale la pena soltar creencias como culpa, pecado para dar paso a conceptos más adultos y sanos. ¿Pedirle perdón a Dios? No existe incoherencia más absurda que creer que “ofendemos” a Dios y que El nos debe «perdonar”.
Lo anterior no significa asumir posiciones de soberbia o prepotencia sino entender –y sentir- que somos una parte de ese Dios, que nunca se ofende y menos aún persigue, castiga o excomulga. Dios es amor, luz, solidaridad, comprensión, espíritu. En los procesos de conciencia la religión no tiene cabida porque es la espiritualidad la que “ocupa” el lugar de las creencias. Digo mal, la espiritualidad no cree en nada: la espiritualidad tiene la certeza de que somos parte de ese infinito universal y que no necesitamos intermediarios para sentirlo y vivirlo.
Religión y espiritualidad no son lo mismo. La religión es de los infantes, la espiritualidad de los que crecen y evolucionan. Las religiones dividen, señalan buenos y malos, construyen limitaciones, fabrican rituales, son contradictorias. Cualquiera que sea, infunde miedo, castigo, culpa. La espiritualidad genera compasión, solidaridad, entendimiento, sabiduría.
“La religión es para quienes necesitan que alguien les marque el camino, la espiritualidad para quienes se guían por su voz interior”. Por ello la religión se inculca desde niños, la espiritualidad se debe buscar. ¿Usted aún necesita religión o ya se matriculo en el mundo de la espiritualidad?
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