Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (207)

Por: Gloria H.

¡Insúltame si puedes!

Primero una información elemental sobre los insultos. Cuando se dice “vaciar el tarro” significa ensuciar, arrojar “verbalmente” materia fecal al otro. Todo un simbolismo que tiene que ver con los orificios del cuerpo humano.

Lo anal se relaciona con la rabia, de allí la expresión “cagarse en los demás”. El afecto se relaciona con la comida y con la boca. Por ello, la anorexia es un conflicto con la madre-nutriente. Cada orificio tiene un significado relacionado con el comportamiento humano.

Insultar entonces, es una manera de enlodar al otro. Pero también es importante destacar que el insulto es un “obsequio” que solo cumple su cometido si se lo recibe. Si no llega, no hay manera de insultar.

¿Qué necesito para que me insulten? Recibir la grosería. El título de un libro escrito por J Mario Valencia, con ayuda de psicólogas, “Insúltame si puedes”, sirve de partida para hablar de los insultos y agresiones verbales. “Insúltame si puedes” es la radiografía más precisa de que los insultos solo llegan si se los recibe. Es decir, si te das por aludido, si te “engarzas” en la rabia del otro. De lo contrario el que insulta se queda con el insulto en su boca, “escupe para arriba” y toda la babaza que deseaba echar se le devuelve.

Es paradójico porque la cultura motiva para que “responda”, “no se deje”, sin entender que el verdadero poder personal está precisamente en no responder. Se necesita “entrenamiento” pero se logra. Y produce una inmensa satisfacción estar blindado contra los insultos que le producen más rabia a quien está disparando y no logra su cometido. En definitiva somos libres de recibirlos. Discrepar con argumentos es diferente a insultar.

A través de redes y de opiniones, la gente se aficionó a empajar como una manera de refutar ideas. El anonimato fomenta esta actitud que solo retrata a quien la practica.

Me imagino que muchos de los que lo hacen, pueden ser padres o madres de familia que critican las violencias, feminicidios, violaciones sexuales, sin captar que estas actitudes son entrenamientos hogareños para que sus niños o adolescentes, (ahora o más tarde), no sólo vomiten agresiones sino también no duden en actuar su rabia matando, violando o lastimando.

Todo tiene que ver con todo. Ese “inocuo” insulto conecta con toda una red de emociones desbordadas que pueden terminar asesinando. Insúltame si puedes dice más del que lo lanza del que podría recibirlo. Si no le llegan, créame, ha crecido…