Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (223)

La mejor Navidad…

Es aquella que se construye sin esperar. Aquella en que aceptas que no habrá desilusiones porque no tienes expectativas. No hay mano extendida esperando regalos pero tampoco migajas. No esperas abrazos pero tampoco desplantes. Nadie tiene la obligación de darte nada, porque nadie te debe. Nadie tiene deuda contigo.

A la vida venimos a aprender y por lo tanto lo que vives es lo que aprendes, lo que te corresponde en ese momento. Lo han dicho todas las filosofías antiguas. Por lo tanto, no esperas pasar la “mejor noche de tu vida” ni estás a la espera de las vacaciones inolvidables.

No tienes frente a ti el momento perfecto, ni la amistad perfecta, ni el padre o madre perfectos, ni el amor perfecto. En un mundo casi neutro, sin ilusiones, puedes vivir disfrutando lo que llega a cada instante porque lo que llega o se vive, no se compara con lo que se esperaba porque nunca se esperó nada. No, no es un galimatías. Es la fórmula precisa para vivir en el presente, vivir en paz y ser feliz.

Existe la tendencia cultural a esperar, a desear, a creer que “merecemos”. Si he dado y servido, “me tienen que devolver”. Como si se hiciera un negocio afectivo. “Cuanto te di, cuánto me debes”. En especial para esta temporada la madre es muy demandante. La mujer madre que “dedicó” su vida a los hijos, espera una retribución. Y como las fechas son a nombre de la familia, esa madre “criadora” de familia, espera que todo siga girando en torno a ella. Pero no tanto económica como si emocional.

Su mejor regalo es poder controlar la vida de su familia. De los suyos. Seguir teniendo la importancia que tenía y no ”soltar” hijos que crecen y deben (si deben) irse. Diciembre no es un mes fácil porque como esta cultura intenta aparentar y construir ideales, la familia aparece como perfecta y a nombre de la familia se cometen muchos atropellos, se viven muchas dificultades y se tragan enteros muchos sapos.

Atamos con culpas “y si es la última Navidad que pasamos juntos”. Amarramos con cuentas de cobro “el año pasado no estuviste”. O con rivalidades afectivas “prefieres al amigo que a nosotros que somos tu familia”. O una lapidaria “primero conociste mamá que esposa”. Navidad es una época que se disfraza de color pero encierra dolor y lo mejor entonces, es no esperar.

Se oye “terrorífico” porque se cree que los sueños son los que nos impulsan. A algunos les resultan y es maravilloso el efecto. Su nivel de conciencia pertenece a un nivel mas evolucionado. Pero a todo el mundo “no le salen”. Y más vale aprender a vivir con lo que se tiene que soñar con lo que falta. Con seguridad ¡se vive mejor!

Ah, ya escucho voces de protesta. “qué amargura de vida”, sin esperar nada, sin soñar, sin hacer planes. La paz interior que se experimenta cuando no se espera, no hay precio con que comprarla. Es salud mental. Ser dueño de tus emociones y sentimientos es un poder enorme donde no existen apegos sino aceptación. ¡Es lo que es! La ilusión trae su veneno escondido: la desilusión. Así como se aprende tecnología, debemos aprender nuevas miradas sobre la vida.

Es necesario revisar creencias que causan dependencia y apego. Aceptar que vivo al día sin esperar, es un buen comienzo. Ensaye y comprobara el resultado.