Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

¡Sí, ver el vaso medio lleno, medio vacío!

Yo he preferido verlo medio lleno durante esta cuarentena, que ya pasó de ser de 40 días y ahora debería llamarse “noventena” ,pues sí, llevamos más de 90 días.

Y sí, he preferido usar la inteligencia emocional, buscando ser más feliz en el encierro, concentrada en lo positivo, no gasto ni mi tiempo, ni mi cerebro en número de muertos, ni número de contagiados, ni picos y olas, ¡No!

Me he dedicado a ver lo bueno, y las maravillosas oportunidades que esta pandemia nos ha brindado, no solo a título personal, sino global.

En mi caso particular el primer mes y medio, barrí, trapeé, quité el polvo, lavé, hice más ejercicio del que usualmente hacía en el Gym yY por ende noté en mí un fabuloso cambio físico, anímico y espiritual. Y digo el primer mes y medio, porque no solo bajé de peso, sino que valoré la ayuda y el servicio de la dama que nos asiste en los oficios varios y al mes y medio dejé de lado el susto al contagio y la llame, casi con desesperación, para que se reintegrara en las mejores condiciones de bioseguridad al trabajo casero, que es bien desagradecido.

Aprendí a Trabajar, a leer y a reunirme en línea, y descubrí que puede ser muy divertido, de hecho, me reencontré con mi amigo, el escritor griego que conocí en mis años mozos, cuando pasé por los cursos de civilización francesa en la Sorbonne de París.

Me atrevo a decir que esto ha sido lo mejor de la pandemia, él me envió una de sus últimas novelas, la que he disfrutado desde la primera línea, porque sucede en ese París que viví hace muchísimos años, y además, porque en algún momento hace referencia a una colombiana que baila muy bien, que casi puedo asegurar se refería a mí. ¡Sí! lo mejor de la pandemia, porque en otras circunstancias, no creo, hubiera sacado el tiempo para leer en otro idioma, ni hubiera podido ir comentando con su autor el avance y mis puntos de vista sobre lo escrito, ni hubiera podido darme el lujo de charlar por horas en video llamadas con él.

Pero es que además encontrar una persona inteligente, culta, que se encuentra igualmente confinada y me pueda dedicar tiempo, es una verdadera maravilla.

Sí, definitivamente este encierro me ha cambiado, ¡valoro con admiración lo que hacen las personas que se dedican a los oficios varios, mis respetos!

No creo vuelva a desconectarme de mis amigos, creo que no volveré a dejar de lado esa opción que nos brinda la tecnología de estar en el aquí y el ahora a pesar de la distancia.

Otro hecho relevante es el haber compartido con mi madre 24/24 Y quizás también esto me deja la satisfacción de haber podido disfrutar de esta compañía, de compartir los avances tecnológicos con una mujer de 86 años y con su asistente de oficios varios, pues ambas desafían los retos de este siglo y sin temor, han aprendido a manejar el Zoom, las videoconferencias y las citas médicas en línea.

Pero no podemos terminar estas pocas palabras sin mencionar las maravillas que la pandemia nos ha brindado a nivel Global, que nos deja con la boca abierta y nos llena de regocijo. Mientras los humanos estamos confinados, los animales han intentado recuperar sus territorios. Por eso hemos visto cómo los delfines danzan por los canales de Venecia y las playas del rodadero, los coyotes han aparecido en la avenida Michigan de la ciudad de Chicago y por los lados del puente Golden Gate de la ciudad de San Francisco,  los pumas han deambulado por Santiago en Chile, las cabras en las Calles de Gales y el resto del Reino Unido, los monos hambrientos por las calles en la India, al punto  que incluso, se han atrevido a entrar a las viviendas en busca de comida; las ardillas recorriendo las calles de muchas ciudades del mundo, los cisnes nadando libremente por los lagos, los flamencos y muchas más aves silvestres dejándose ver en las grandes ciudades, las tortugas y los tiburones acercándose libremente a las costa sin turistas.

Cuando la gente se queda en casa, la tierra se vuelve más limpia y más salvaje, esto nos da una visión extraordinaria del desastre que los humanos estamos causando a nuestro hermoso planeta.

Nos da esperanzas de lo que puede ser un futuro con menos impacto del hombre, sin querer decir que debamos los humanos seguir confinados, pero si nos da una luz de esperanza para pensar que se puede mejorar el ambiente, que aún todo no está perdido, que sí podemos reaccionar y aprender lo que nos dejó la pandemia y, en lo sucesivo, buscar retomar el equilibrio, compartir, convivir y dejar Vivir al planeta.

María del Pilar García