Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Sobre las coaliciones políticas que se vienen

Los fines electorales priman sobre los fines ideológicos.

En días pasados, escuché en un programa de radio al exgobernador de Nariño, Camilo Romero dar unas declaraciones en las que exhortaba a una gran coalición de las fuerzas alternativas para llegar con un candidato presidencial fuerte de lo que llaman ahora izquierda y poder enfrentar a los candidatos de lo que ahora dicen que es la derecha. Para mí, unos y otros son la misma cosa. Un grupo de  personas que ha aprendido a prosperar parasitando del resto de los ciudadanos que son los que generan el progreso y crecimiento económico del país, a veces incluso a pesar de las decisiones del gobierno de turno. Y estas personas llegan a la administración pública enfrentándose unos a otros sin defender ideas claras que permitan diferenciarlos. Y llegan a las respectivas elecciones cabalgando sobre coaliciones que difuminan aún más las ideas que ellos claman que los diferencian.

Y es que al final, al electorado parece no importarle lo que hacen, solo lo que dicen que van a hacer. Y estas personas se especializan en decir lo que van a hacer de manera casi que evangélica y no tienen problema en ajustar sus proyectos cuando de obtener alguna ventaja electoral se trata. Así que el electorado, que normalmente no tiene tiempo para seguir las actividades de estas personas que los gobiernan, por estar produciendo lo de su sustento diario, al final termina sumamente confundido y mal informado con respecto a lo que van a terminar eligiendo.

Por ejemplo, si le preguntamos a cualquier desprevenido transeúnte en la calle, nos dirá que el país no va bien. Nos dirá que durante los últimos 30 años hemos tenido gobiernos neoliberales en Colombia y que esa es la principal razón por la cual el país no va bien. Nos dirá que es responsabilidad del gobierno mejorar las cosas y que lo que conviene es un cambio del neoliberalismo por algo más de corte social. Nos dirá que los candidatos del Centro Democrático, del Conservatismo, de Cambio Radical, del Partido de la U, de Colombia Justa Libres y algunos del Partido Liberal son de derecha y neoliberales. Nos dirá que el resto de los partidos son alternativos, de izquierda y que el camino para salir de la mala situación en que está el país es elegir a un candidato de esta corriente.

Pero nuestro hipotético transeúnte no se pondrá a pensar si todas estas cosas son ciertas. ¿Por qué tendría que pensar sobre algo que ya sabe? Y lo sabe porque durante años eso es lo que vienen diciendo los políticos, los sindicatos, los gremios, los analistas políticos y los medios de comunicación. El problema es que como ya lo sabe, no gasta un momento en pensar si esas ideas que le han metido en la cabeza están equivocadas o no.

No se pone a ver si la cobertura de salud pasó del 23% en 1993 a 97% en 2018, y la cobertura de educación media pasó de 62% en 2005 a 72% en 2018, tampoco revisa que la tasa de cobertura en educación superior pasó de 28,4% en 2005 a 52,01% en 2018, indicadores estos que perseguiría un gobierno socialista típico. No se da cuenta de que la tasa de desempleo pasó de 15,6% en el 2002 a 10,5% en 2019 (aunque ahora con la pandemia, en agosto del 2020 tuvimos una tasa de 16,8%). Tampoco se pone a ver que el ingreso per cápita pasó de U$1.924 en 1992 a U$6.508 en 2019. Es decir que casi todos los indicadores que busquemos muestran que han mejorado en estos 30 años, a pesar de lo que los políticos, sindicatos, gremios, analistas y medios le hayan hecho creer que sabe.

Nuestro amigo transeúnte no se pone a revisar que las políticas de esos gobiernos «neoliberales» son las que han logrado programas de corte social como Familias y Jóvenes en acción, ni el subsidio de desempleo, ni SISBEN, ni los subsidios de vivienda, ni la alimentación escolar. No revisa que estos gobiernos «neoliberales» son los que han mantenido aranceles protectores para la industria del azúcar y otros productos agrícolas, por ejemplo, o regulado el precio de la gasolina interviniendo así los mercados y no permitiendo con medidas de este tipo que funcione el libre mercado.

Nuestro amigo transeúnte no se para a ver que no hay grandes diferencias entre lo que proponen el candidato de la «derecha» o de la «izquierda». Ambos abogan por un sistema gubernamental de planeación central, donde la única diferencia es el nombre de la persona que va a firmar la decisión y el del grupo de colaboradores que le acompañarán en el gobierno. No se para a ver que con frecuencia los políticos cambian de partido de acuerdo a sus necesidades electorales y cuando no cambian de partido se alían en coaliciones dizque programáticas, pero que si en realidad hubiera diferencias ideológicas entre los partidos, tales alianzas no serían posibles.

Con todo lo anterior no quiero decir que Colombia sea un paraíso, ni que echemos por tierra todos los programas de ayuda a los ciudadanos por ser de corte socialista, ni que renunciemos a la democracia porque no funciona, ni que nos sumemos a la porción abstencionista del país. Por el contrario, digo que  Colombia tiene problemas, que esos problemas se deben mayoritariamente al modelo de planeación central (llámelo de derecha o socialista, como prefiera), enquistado en el gobierno por una Constitución  equivocada, que mantiene un sistema político parasitario y un sistema judicial con ínfulas de que son ejecutivo. Por el contrario digo que necesitamos fortalecer la democracia y que tenemos que participar activamente, pero no mediante apoyos irrestrictos y acalorados a uno u otro candidato, sino informándonos sobre lo que en realidad nos está ofreciendo y su capacidad de ejecutarlo antes de entregarle nuestro apoyo.

Y digo también que necesitamos entender que cualquier programa asistencialista lo pagaremos nosotros con nuestros impuestos, pues el gobierno no tiene dinero diferente  a los recaudos impositivos de cada año. Y necesitamos entender que esos impuestos los paga el ciudadano común, el consumidor final, porque los dueños de los medios de producción y las empresas siempre le trasladarán al consumidor final todos sus costos de producción, incluidos los costos tributarios. Y necesitamos entender que los aranceles y todas las medidas de protección a la producción nacional, la pagamos los ciudadanos del común, el consumidor final que termina pagando un mayor precio del que pagaría si no hubiera aranceles ni medidas de protección. Necesitamos entender que se requieren medidas de protección social, pero también que se requiere responsabilidad fiscal, porque como cualquier cabeza de familia sabe, la única manera de llegar a fin de mes, todos los meses, es ahorrando y manteniendo los gastos por debajo de los ingresos, si se entra a gastar a crédito, desaparece el ahorro y cada mes los ingresos alcanzarán menos.

Es por eso que necesitamos entender que es mejor elegir a quienes quieran reducir el tamaño del Estado, que una vez sean parte del gobierno, serán sometidos a la presión de mantenerlo igual por las necesidades del servicio. Pero si elegimos a quienes quieren un Estado más grande e intervencionista, cuando sean parte del gobierno, no habrá manera de parar el crecimiento del Estado y su ineludible tendencia a la planeación central tan nefasta para la economía y el desarrollo económico a largo plazo.

PABLO ANTONIO PÉREZ VALENCIA.

@paperezvalencia