Un grupo de cinco niños se encontró una cesta con 26 avellanas. Enseguida estuvieron de acuerdo en repartírselas de forma equitativa e igualitaria; sin embargo, las cuentas no les cuadraban, no había forma de que todos se quedaran con la misma cantidad. De ahí que acudieron al sabio del pueblo para hacer un reparto justo.
El anciano accedió con mucho gusto: ¿Cómo preferís que lo haga: según la justicia de Dios o según la justicia de los humanos? les preguntó. Los niños contestaron al unísono: según la justicia de Dios.
A continuación el sabio le dio 14 avellanas a uno de los niños, seis a otro, cinco al tercero, una al cuarto y ninguna al quinto. Estupefactos los niños empezaron a quejarse: esto es injusto. ¿Cómo es posible que a uno le hayas dado más de la mitad y a otro ninguna? Te hemos dicho que lo hagas según la justicia de Dios.
El sabio los miro con ternura y les respondió: si me hubierais pedido que lo hiciera según la justicia de los humanos os habría dado a cada uno en proporciones iguales. Pero me habéis pedido que lo haga según la justicia de Dios. Y eso es precisamente lo que he hecho”.
“Las casualidades no existen”. Borja Vilaseca
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