Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Un celular cambia la historia

Nunca había pensado todo lo diferente que puede llegar a ser la historia con un celular en la mano, hasta cuando escuché a un conferencista mencionar que le estaba leyendo el cuento de Hansel y Gretel a su hija de seis años y cuando estaba en la parte en la que se pierden en el bosque, que para la gente de mi generación era una parte tenebrosa, el conferencista comenta que su hija no parecía para nada mortificada y muy tranquilamente le dijo: «pues que llamen al papá con el celular.

Reflexiona el conferencista, para su niña nunca existió la vida sin el celular. E inicia toda una disertación de lo que hubiera sido la literatura clásica y los cuentos infantiles con un celular en la mano, y claro, nos trajo a la memoria Blanca Nieves, Caperucita Roja, El Viejo y El Mar, entre otros.

Nos pidió que imagináramos si la telefonía móvil hubiera existido, ninguna de esas historias hubiera funcionado. Caperucita con un celular en la canasta había llamado a la abuelita y la podía alertar. Con un celular en la mano el Coronel si hubiera tenido quien le escribiera, al menos un mensaje de texto de esos que llegan siempre con propaganda. El cerdito habría prevenido a su hermano de la casa de madera avisándole que el lobo iba para allá.

Las historias de amor tampoco hubieran sido trágicas. Que tal Julieta enviándole a Romeo un WhatsApp diciéndole «Romeo me estoy haciendo la muerta, no estoy muerta, no te preocupes. Nos encontramos en Verona». Ni las películas de amor habían funcionado, un WhatsApp evitaba al enamorado salir corriendo al aeropuerto para pedirle a su amada que no se montara el avión. Ni los clásicos habrían sido lo mismo, Penélope con un móvil en la mano no hubiera esperado con incertidumbre a que el guerrero Ulises regresara del combate.

Me traigo esta disertación a Colombia y me pregunto cómo hubiera sido la historia de la campaña libertadora si Bolívar hubiese tenido un teléfono celular en la mano. Primero, sus travesías no habrían sido tan agobiantes, había podido saber cuándo y por dónde desplazarse sin toparse con los realistas, la comunicación por las redes hubiera evitado muchos contrapiés y el encuentro con los otros patriotas de Casanare nunca habría sido atravesando la cordillera y nadando entre caimanes por los ríos pantanosos. Un buen mensaje de texto hubiera alertado a sus comandantes contra los enemigos. O sencillamente no hubiera podido lograr su objetivo, porque en las redes, la información se vuelve viral y hubiera llegado a los realistas y esa estrategia ingeniosa de Bolívar se habría venido a pique.

¿Cómo habría sido la Primera Guerra Mundial con celulares en la mano? En esta Guerra, las estrategias de campañas cortas y batallas relámpago para derrotar al enemigo e invadir gran parte de Europa con miles de jóvenes en las trincheras pegados del Facebook contando los avances a sus amigos, subiendo en Instagram las selfies presumiendo con su arma de dotación en la mano y twitteando los mensajes de sus logros y sus tristezas, de seguro otra había sido la historia, pues esa vida de las trincheras en agujeros insalubres, húmedos e incómodos en medio de ratas y muertos se hubiera vuelto viral y reveladora para todos.

De cómo cambio mi historia lo único que puedo compartir es que recuerdo cuando llegaron a Cali las panelas de celulares, porque eran grandes, pesados y muy incomodos, mi hermana, quien compró el celular número 49 del país, insistió en que yo debía entrar en esa onda a lo que me resistí de tal forma que no le quedó otra opción que regalarme parte del aparato y una larga lista de cuotas por pagar. Fue así como casi obligada entré en la nueva tecnología. 

Tecnología que hoy hace parte de mi vida, es mi compañera inseparable. Sí, estoy activa en Facebook, en Instagram, en WhatsApp, en Twitter, en LinkedIn, en Signal, en Telegram, en Skype, en Zoom, en Botm., y sí, subo selfies y también comparto experiencias y me entero de todo, chismes falsas noticias, verdaderas… Eso sí, evito en lo posible las malucas peleas, por política, religión o deporte.

Paradójicamente, mi hermana mayor, quien me indujo a esta tecnología, se quedó relegada. Ella no entró tan de lleno como yo en las redes, ella escasamente responde y hace llamadas y apenas ahora está incursionando en la mensajería instantánea.

Tanto cambió mi historia que las dos veces que con pico y placa he dejado el celular olvidado en mi casa por salir corriendo, he sentido como que regreso a la edad de piedra y que el resto del mundo está incomunicado, que he muerto por varios minutos y llegando a un sitio donde hay teléfono o un computador, vuelvo a sentir que la vida me vuelve, que puedo enterarme, comunicarme, repartir y compartir el cariño y estar cerca de mis allegados aun en la distancia.

¡Gracias por existir!