Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Vértigo

Inicio por decirles que no soy una deportista de alto rendimiento, pero si hago ejercicio casi todos los días, digamos que lo hago cinco veces a la semana, y mínimo tres veces, no soy de las personas que toma medicamentos y menos sin prescripción médica.

Un lunes cualquiera de este mes me desperté a la madrugada sudando frío, y cuando intenté abrir los ojos sentí que el mundo se me fue, la sensación para que logren imaginarlo fue como estar encaramada en una de esas ruedas de Chicago, pero en vez de estar dando vueltas en forma vertical, lo hacía a millón en forma horizontal, como un platillo volador, sin freno.

Sin saber que eso ayuda, fije mis ojos en el celular para ver la hora, y respire profundo, supuse estaba descompensada por algún motivo, como pude y dando tumbos entre los parales del marco de la puerta del baño, llegue al lavamanos me empape de agüita y creo me reincorpore un poco, volví a la cama a intentar dormir muerta del susto, cuando volví a despertar todo estaba bien. Dos días después tenía programada una cita con mi dermatóloga, con mucha confianza le comenté el incidente y ella de una vez me ordeno todos los exámenes del año para el riguroso chequeo anual.

Al día siguiente, solicité en casa por la consigna de quédate en casa por la pandemia, la toma de pruebas a domicilio, pensando que debía estar en ayunas las solicite a primera hora de la mañana, era el viernes de la misma semana y me desperté medio mareada, menos que la primera vez, pero mareada, al fin y al cabo.

Cuando sonó el citófono, muy a las seis de la mañana, me paré de la cama, como si me hubiera tomado una cajita de champaña, pero de esas que traen 12 botellas, literal me fui desde la pieza arrastrada por las paredes, creyendo que me iba a ir de bruces, como pude autoricé la entrada, abrí la puerta y me tiré en un asiento del comedor; la auxiliar del laboratorio se cambió el traje normal por uno como de astronauta en la puerta del apto, y con todas las medidas de bioseguridad entró, lo primero que me dice es “usted está muy pálida”, “por qué le solicitan los exámenes”, le respondí obvio que porque tengo este mareo y estoy en el 0.05% de mí yo. A renglón seguido me solicita la orden, le dije le va a tocar ir a mi cuarto a traerme la cartera, no me sentía capaz de pararme, lo hizo, le entregue la orden y le solicite hacer rápido su tarea a ver si comiendo algo me mejoraba.

Cuando ya había sacado como tres frascos de sangre, me pasa el frasquito de la muestra de orina, yo le dije déjemelo que cuando me sienta mejor se lo llevo, me dijo sin ese no puedo ingresar ninguno, le dije entonces ayúdeme a ir al baño, finalmente salí también de esa proeza, firmé los documentos y la auxiliar se fue. Arrastrada llegué nuevamente a mi cama, llamé a la empleada que por suerte va los viernes a hacer el aseo, le pedí que comprara en el camino un suero de esos bebibles para hidratarme.

Me sentía tan mal que decidí llamar a mi prepagada y solicitar una consulta virtual, muy eficientes en 20 minutos ya me estaba atendiendo una Dra. a la que yo no veía, porque tenía apagado su video, pero ella si me veía a mí, me formuló un medicamento para tomarlo cada 12 horas, medicamento que también le pedí a mi empleada que trajera. Y su recomendación era que si seguía mal me fuera para urgencias.

A la hora de haber tomado el remedio me sentía un poco mejor, mareada, pero mejor digamos que estaba en un 20% de mí yo, acostada participé de un comité virtual que tenía programado y al que asistí con el video desactivado, ese 20% no era un espectáculo digno de mostrar, no soporté sino un rato, me excusé diciendo que debía irme a urgencias.

Me bañé  casi que las partes más importantes, y con la ayuda de mi empleada llegué a urgencias después de todo el proceso que ya todas conocemos me atendió el médico, glicemia bien, signos vitales bien, subir al segundo piso para valoración médica- Diagnóstico Vértigo – ordena fuera de la misma medicación de la médica virtual, un medicamento común para el mareo, cada ocho horas y diazepam (que se utiliza para aliviar la ansiedad y para controlar la agitación causada por la abstinencia de alcohol, según Google).

Cuando dos mentirosos sin ponerse de acuerdo dicen la misma vaina, se vuelve creíble, por eso accedí a tomarme el medicamento cada 12 horas, pero por decisión propia pedí cita con un especialista de oído, en una clínica me la dieron para 20 días más tarde, en la otra para 15 días y las dos citas las acepté por aquello de una segunda opinión; a los tres días viendo que no mejoraba llamé al médico en casa, quien tuvo la genial idea de cambiarme el medicamento por uno más fuerte, cada 24 horas, duré drogada 6 días creyendo en los tres mentirosos, pero no me mejoraba, el mareo estaba allí, afortunadamente me adelantaron la cita con el especialista, en una de las clínicas.

A quien le creí de entrada, porque lo primero que me dijo fue suspenda los medicamentos, esto no es de medicina, es de terapia, que alivio; aunque el examen que me hizo me dejo peor de lo que había llegado, de urgencia consiguió la primera terapia que me ayudó mucho, llevo dos y siento que ya estoy en el 85% de mí yo.

Me atreví a escribir esto, no soy médica, pero creo a alguien con un Vértigo como el mío le puede ayudar, NO ES DE MEDICAMENTOS ES DE TERAPIA.

Por: María del Pilar García Arizabaleta.