Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Hoy, el día comenzó con la noticia de la muerte, repentina, de un sobrino político. No se esperaba porque no estamos educados para esperar que suceda en cualquier momento. Cómo sino fuera lo más seguro que tenemos. Por ello hoy ya no se habla de pacientes terminales para referirse a las personas que tienen una enfermedad catastrófica.

La diferencia entre ellos y los que no tenemos ninguna enfermedad no es que ellos se puedan morir primero. No, la diferencia es que ellos pueden suponer de qué se morirán mientras los demás no. Y puede ser tan instantáneo como el sobrino de mi narración. Instantáneo y sorpresivo.

Pero momentos después estuvo la grata noticia del nacimiento del nieto de una amiga especial. La vida y la muerte unidas, a diario, rodeando nuestra vida en esta pasantía que es la existencia. De allí lo importante que significa sentir que “todo pasa”, tanto los buenos como los malos momentos. Y “ligeros de equipaje” con la disposición para entender que nada de lo que sucede es “contra” nosotros, que no es que Dios “se olvidó” sino que el devenir de la vida es ese.

Pero la actitud ante los acontecimientos, es lo que contribuye a que podamos tener paz en medio de la tormenta. Nos hacen daño muchas creencias transmitidas por la cultura en la que se consideró que el sufrimiento era un castigo y no un aprendizaje. En la que se nos enseñó que algunas personas fallecen “antes de tiempo” como si todavía no fuera el momento de partir. Pero el principio y el final, o la llegada a esta vida material y luego la trascendencia a otras dimensiones no son más que momentos de la trayectoria del alma en su evolución. El mundo espiritual es un excelente aliado para entender (y disfrutar) el comienzo de la vida y aceptar la partida de los seres que amamos.

No nos dejan, solo se van primero.

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