Diario De Una Curiosa | marzo, 2019
¿Qué pasará con esos viejos pendejos, que se vuelven creídos con los años?
¿Será que la memoria no les dá para acordarse que fueron arrancados, que empezaron de cero, que eran dizque “rebeldes”?
Todo lo que dieron lata hablando de revolución, de justicia social, de no al privilegio, ¿será que sólo era válido mientras fueran ellos los que no lo tuvieran?
El día en que pudieron pagarse ropa bonita, dejaron a un lado los blue jeans rasgados y las camisetas del Che. ¿Eran acaso uniformes de pobres?
Entonces eran chistes todas esas divisas. Esas canciones de protesta, juegos de adolescentes.
A los jóvenes que ahora queremos protestar y reclamar un mundo mejor que el podrido que nos dejan, se nos ríen con condescendencia, como si estuviéramos haciendo las mismas niñadas que ellos ya cometieron.
No les sirvió de nada ver morir a Allende, estar ahí -¡qué vaina!- cuando resistió Cuba al gigante Estado-Unidense, preciso al mismo tiempo en que los jóvenes rechazaban la guerra de Vietnam, la bomba atómica, y Joplin y Lennon cantaban por la paz.
A nosotros nada hay que nos inspire tanto.
Pero a ellos, si eso no los movió, entonces, pues nada…
¡Porque es tan fácil olvidarse de sus principios cuando uno puede pagarse unas buenas vacaciones!
Y tan fácil creerse mejor que los demás porque uno tiró piedra un día y ahora se volvió un intelectual con contactos.
No tienen nada para dar y creen que lo saben todo. Usan a los jóvenes, porque “tienen que hacerse un nombre”, pero mientras tanto ellos, nada que mueren.
Y tampoco se quitan.
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