Fuente: Youtube/ElConfidencial
«La historia de la arquitectura es la historia de las enfermedades infecciosas. No se pueden separar». Quien habla así es Beatriz Colomina, arquitecta y una de las teóricas más importantes en la relación entre arquitectura y sanidad. «Las ciudades siempre han respondido a la enfermedad. Están hechas a base de capas y capas de respuestas a epidemias y a amenazas de enfermedad de todo tipo».
Precisamente, en su libro ‘X-Ray Architecture’, Colomina investiga la estrecha relación entre las epidemias de tuberculosis de los siglos XIX y XX y la formación del estilo moderno de la mano de los Le Corbusier, Neutra, Gropius o Aalto.
Y es que, durante décadas, no existió un remedio eficaz contra la bacteria. Y lo único que parecía funcionar eran el sol, la limpieza y el descanso.
Por eso todos los grandes arquitectos y diseñadores de la época se lanzaron a diseñar hospitales con ventanas más grandes, sanatorios con enormes terrazas, viviendas elevadas para huir de los gérmenes y muebles aerodinámicos donde el polvo no se pudiera esconder. Y así nació la arquitectura moderna, el gran ejemplo de cómo las epidemias han dibujado desde siempre la forma de nuestras ciudades.
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