Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Las claves de un pensamiento estratégico

Estuve participando como panelista en un programa de televisión del Canal 2 en el que se abordó el tema del papel del sistema educativo y los retos que tiene para prepararse a los cambios que trae consigo la llamada “Cuarta revolución industrial” y me llamó mucho la atención que en medio de las opiniones saltaron los términos: pensamiento crítico, pensamiento creativo y pensamiento social. Aquí puedes ver el programa en cuestión. Me di a la tarea de investigar al respecto ya que mencioné el pensamiento estratégico durante el programa, quizás por el trabajo que realizo como consultor en temas estratégicos, y encontré algo que me impactó: el pensamiento estratégico no es considerado por la psicología como uno de los 14 tipos de pensamientos existentes.

No sé si es porque no es considerado como un tipo de pensamiento genérico; es decir que se pueda aplicar a cualquier ámbito de la vida. Me pregunto entonces ¿acaso el pensamiento estratégico no tiene esta característica?  En la búsqueda que hice en internet referente al tema sí encontré páginas que mencionan el pensamiento estratégico y su importancia, pero ninguna tenía bases psicológicas o científicas.

La estrategia empresarial, como lo he mencionado en entradas anteriores, es la manera en que una organización compite de manera diferenciada y sostenible con el fin de otorgarle rendimientos económicos atractivos a los inversionistas y que cataloguen la idea de negocio o la empresa como exitosa. Entonces vale la pena preguntarse si para desarrollar una estrategia que cumpla con estas características es necesario pensar estratégicamente.

Antes que nada, es necesario mencionar lo que es el pensamiento estratégico. El pensamiento estratégico es aquel que no solo persigue un objetivo, si no que analiza además los recursos, medios y maneras en que lo puede alcanzar haciéndolo de forma eficaz, eficiente y efectiva optimizando así todos los insumos. Así por encima y esbozando esta definición, se puede decir que para construir un pensamiento estratégico es necesario basarse en, al menos, los siguientes tipos de pensamiento: analítico, crítico, creativo, lógico, instintivo, reflexivo, sistémico, práctico y social. Nueve en total. Más de la mitad del total de tipos de pensamientos. Interesante, ¿no?

¿Y por qué es necesario pensar estratégicamente? Básicamente porque la mayor parte del tiempo las personas y las organizaciones tienden a trazarse objetivos y trabajar por alcanzarlos. Generalmente se quedan en el intento y esto hace que las probabilidades de fracaso aumenten más de lo que realmente deberían o sus resultados sean un tanto positivos, pero difícilmente se cumple la meta y mucho menos se supera. El ajedrez es el juego estratégico por excelencia y permite desarrollar este tipo de pensamiento y ahora que estoy recibiendo clases particulares me doy cuenta de la importancia de no solo hacerlo, sino de hacerlo extraordinariamente bien.

¿Qué debe hacerse entonces para pensar estratégicamente? Y no solo eso, ¿qué debe hacerse para conseguir y superar los resultados? A continuación quiero poner a su consideración algunos elementos que he podido identificar como claves dentro del proceso de pensamiento estratégico y que pueden ser útiles en cualquier momento o circunstancia. Pueden ser más, pero estos que recopilo aquí son los que con más frecuencia se presentan al interior de organizaciones exitosas y sostenibles.

  1. Objetivos: establecer objetivos específicos y estratégicos, que sean medibles, alcanzables, realistas y con una determinación en el tiempo y que proponga un resultado claro.
  2. Indicadores: fijar la manera en que se medirá el resultado del objetivo. Generalmente es un número o una fórmula matemática.
  3. Metas: determinar un límite con el cuál se conozca si el objetivo se está cumpliendo o no.
  4. Correlación: los diferentes objetivos que se hayan establecido deben afectarse unos a otros, es decir, unos alimentan el cumplimiento de los otros, al punto que la combinación de dichos objetivos proporcione una posición con ventaja y que debe aprovecharse rotundamente.
  5. Tareas: asignar actividades claras a un responsable directo quien las ejecute en un tiempo oportuno, en el lugar adecuado, de la manera apropiada y sin superar el presupuesto fijado.
  6. Seguimiento: monitorear el cumplimiento de las tareas para que el resultado del indicador muestre un avance hacia la meta.
  7. Patrones: entender el comportamiento de las mediciones y sus tendencias para pronosticar resultados antes de que sea demasiado tarde. Cada acción genera una reacción y hay que estar atentos a cualquier cambio en las tendencias de los objetivos que se pretende alcanzar.
  8. Ajustes: atacar los indicadores que no han cumplido la meta asignada entendiendo por qué no se han logrado y realizando ajustes que permitan cerrar la brecha entre el estado actual y el resultado esperado.

Es muy importante que la dirección prepare el entorno e incentive de forma positiva a los colaboradores para que el trabajo sea más fácil de ejecutar y lo más importante: no permitir que el afán de obtener resultados en el corto plazo impida la consecución de los mismos a largo plazo. Es vital entonces entender que los objetivos deben cumplirse en un tiempo determinado y trabajar hacia ese cumplimiento con un exhaustivo control, un correcto seguimiento y ajustes precisos para no desalinearse de la estrategia que se propuso inicialmente.

La serenidad, la paciencia y la determinación son fundamentales para pensar estratégicamente.

Felipe Franco

Camino Emprendedor