Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (163)

Lápiz y papel.

Los animales pueden tener códigos de comunicación y manejar lenguaje de gestos, sonidos y ruidos que signifiquen emociones o instintos. Pero los únicos que hablan con palabras son los humanos. El privilegio de la palabra no es gratuito ni es un “adorno”. La palabra es un vehículo de expresión que se requiere para descargar sentimientos, emociones o deseos que de otra manera se quedarían ‘atorados’, produciendo un resentir dañino. En Psicología se dice que lo que no se dice se vuelve enfermedad. Entonces la palabra es la que permite que las emociones no se estanquen en el interior produciendo un caos patológico. Hablar es sanar.

Ni siquiera importa si al expresar lo que se siente, se obtiene el resultado esperado con las palabras. Hablar es vaciar, desahogar, calmar. Es intentar organizar el mundo interior a través del vehículo “palabra” lo que se refleja inexorablemente en paz interior. No siempre al hablar el interlocutor da respuesta a la inquietud. Pero el solo hecho de hablarlo, ya descarga nuestro mundo y se empieza a ver “luz al final del túnel”. Es tal la fuerza de la palabra que se dice que es de origen sagrado: “Y el verbo se hizo carne” dice la Biblia. La palabra como expresión de la divinidad le pertenece a los humanos y nos eleva de la categoría de bestias para acercarnos a los dioses. Por algo decía Theillard de Chardin que: “Estamos a mitad de camino entre los animales y los dioses”. Cada quien de acuerdo a su evolución marcará de que lado se siente más cerca.

Pero, muchas veces sucede que no se tiene con quien hablar o no existe quien escuche como se desea. No hay interlocutor posible para la inquietud. No hay la escucha requerida en ese instante. No, no te desesperes. Todavía queda alguien. O algo, para ser más preciso. Están el papel y el lápiz, y tienes la capacidad de “hablar” a través de estos símbolos lo que en definitiva es un diálogo contigo mismo. Un diálogo sanador. Al igual que el ejercicio de la silla vacía, el papel y el lápiz para comenzar el diálogo personal, son instrumentos que ayudan a sanar. Quién lo creyera, ese papel puede ser un psicólogo pasivo que no responde pero si escucha. Y puedes encontrar algún nivel de paz en ese diálogo imaginario contigo mismo.

Si eres muy moderno reemplaza el lápiz y papel por la pantalla de un computador o una Tablet. Lo significativo es que estás hablando, estás conversando contigo mismo. Estás expresando emociones. El poder del lápiz y del papel o de la Tablet, es inmedible. Es una forma sencilla pero recursiva e instantánea de acercarte a aclarar tu interior. Es fácil, barato y sencillo. Pero sus efectos son diametralmente opuestos a la facilidad con que lo usas. Sus aportes son reparadores y sanadores. La próxima vez que tú soledad te abrume, no te asustes. El lápiz y papel están a tu lado para ayudarte a desahogar esa emoción, ese dolor o ese miedo que te atora. Para tener compañía, tu mismo. Y si estas en paz con tu “inquilino interior” habrás logrado mucho. ¡Inténtalo!

Por: Gloria H.