Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (166)

Amarnos como al comienzo

El instante en que “se da” el encuentro con el otro ser, el momento en que sentimos que conectamos con la otra energía, la circunstancia en que los ojos se reflejan en la otra mirada, el acercamiento con otro cuerpo que resuena con el nuestro, la oportunidad donde la química estalla; todos ellos confluyen en el momento inolvidable que quisiéramos congelar, detener. Ojalá que nunca desapareciera, que fuera eterno, ilimitado, que siempre, siempre se pudiera vivir. Y repetir.

Pero, pasa. Es el tiempo, es la condición humana. Por perfecto que sea un instante, el devenir se lo lleva para convertirlo en recuerdo o en historia. Nunca podremos repetir un hecho porque la evolución no lo permite. Para bien o para mal siempre estamos en movimiento. Y los dos seres que un día se encontraron y se amaron, podrán seguirse amando, sus mundos están cada vez más compenetrados, pero jamás podrán volverse a amar como al inicio. “Amarnos como antes” es un deseo de muchos en especial cuando la relación tiene una crisis. Pero es un imposible total, fruto de una creencia equivocada que transmitió la idea de que el ideal era un mundo quieto, estable, fijo, inamovible. Como si crecer y evolucionar terminara siendo peligroso. Como si cambiar fuera una amenaza para el amor. Cuando precisamente, es en el cambio donde cimentamos la gran fuerza de los afectos.

¿Cómo enriquecerse si no existe el cambio? ¿Cómo me enseñas que si no me atrevo cada día a vislumbrar nuevas facetas en ti porque a su vez yo las encuentro en mí, nuestro amor terminará enredado en la rutina y en la monotonía? ¿Como aprender que lo que permanece quieto es peligroso porque está más cercano a la muerte que a la vida?

“Amarse como al principio” es una expresión fruto del miedo y de la inseguridad cuando no se acepta que la vida es un movimiento donde jamás podremos tener certezas. En nada ni en nadie. Nunca podremos amar como antes porque ese “antes” ya no existe. Ni tú eres el de antes ni yo soy la de antes. Tenemos los mismos nombres, circunstancias semejantes, y casi los mismos cuerpos, pero nuestro espíritu, nuestra energía, ya son diferentes; no es lo mismo de cuando comenzamos. Tú me has permeado con tus circunstancias y yo he cambiado tu mundo con mi existir. Nuestros mundos se “movieron”, evolucionaron, están en desarrollo constante.

En la condición humana la incertidumbre siempre está presente porque somos seres finitos obligados a construirnos minuto tras minuto. ¿Me amará mañana? En la evolución el otro influye en mí y yo influyo en su mundo. No cambia tan solo uno de los miembros de la pareja. La interacción es continua y constante. Pero, allí está su magia. La sorpresa diaria de cuidar y revisar, de mirarme y mirarlo, es lo que permite estar alerta para no desfallecer en el arte de amar todos los días, minuto tras minuto.

No hay que temerle al amor que evoluciona. No será como antes pero no significa que lo que se construye día a día no es gratificante y maravilloso. Uno de los elementos más enriquecedores de lo que “no es como antes” es la complicidad. No fue fruto de lo anterior pero si del continuo presente donde cada día nos seguimos conociendo y amando diferentes. Y encontramos razones válidas para aceptar que lo más valioso no es lo que fue o lo que será sino lo que hoy sentimos y compartimos porque es la única realidad que verdaderamente nos une.

Por: Gloria H.