Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Salud emocional (215)

Múltiples personalidades.

Detrás de una aparente normalidad pueden esconderse patologías peligrosas para la convivencia y es necesario estar alerta para saberlas detectar y no salir lastimado.

Como en ninguna otra época, el florecimiento de seres fragmentados, de personas con varias personalidades, crece. Hombres y mujeres que asumen conductas diversas, contradictorias y aparentemente cínicas, sin importar su nivel intelectual. No es fácil de entender –y aceptar– cómo en la mañana tu compañero o compañera es el súmmum de las atenciones y media hora después, sin razón aparente, ya hay un ogro. Alguien que grita, insulta, vocifera y manotea como si estuviera en medio de un campo de batalla. Totalmente fuera de sí, puede pasar por encima de lo que sea con tal de vomitar su rabia. Personas que no son conscientes de las consecuencias de sus actos como si movieran un switch interior para dar rienda suelta a emociones incontrolables. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo explicarlo?

No educamos la conciencia sino la inteligencia; por lo tanto, no hay un hilo interior que ‘amarre’ los diferentes comportamientos. No se da la identidad sino la ‘representación’ de papeles, máscaras que nos ponemos para vivir en comunidad. Esa fragmentación termina siendo parte de la identidad. La persona cambia de conducta con una facilidad pasmosa y genera asombro y desconcierto en quienes están a su lado. Porque los que lo rodean no mueven el switch con la misma facilidad (o rapidez) y no logran asimilar la razón de su comportamiento. En la vida familiar –sobre todo– es desgastante esta situación. Y ni que decir de las consecuencias nacionales cuando el de múltiples personalidades es su presidente.

Los sentimientos y emociones de los ‘espectadores’ del show se mueven como un tiovivo. Culpa (¿qué hice?), baja autoestima (me merezco este trato), servilismo (hago lo que quieras), lástima (sufre mucho), rabia (es un h.p.), amor (pero es adorable cuando quiere), son un cóctel demasiado fuerte para soportarlo sin salir lastimado. El o la fragmentada no miden qué pudo suceder: olvidan con una rapidez impresionante porque nada es tan grave como le dicen. Repito: la intelectualidad no ayuda mucho porque la personalidad no necesita explicarse la razón de su conducta, sino caer en la cuenta (conciencia) de lo que hace para revisar y corregir. Si es que quiere Entonces la mentira, el engaño, el ‘no pasa nada’ no hay consecuencias, surgen como justificaciones para su conducta. Nada es tan grave como parece. O mágicamente, todo se arregla porque en definitiva ‘ya pasó’. Lo cierto es que el de las múltiples personalidades pocas veces reacciona porque su memoria es totalmente selectiva: recuerda ‘solo’ lo que no lo cuestiona.

¿Cómo vivir al lado de un personaje de estas dimensiones? No es fácil. Lo importante es no dejarse engarzar y no moverse al vaivén de sus cambios: es la única manera de protegerse de este tiovivo. Y mientras la educación no mire hacia la conciencia tendremos más y más seres llenos de ideas pero incapaces de manejar su propia vida. Seres enfermos, como un rompecabezas sin armar, llenos de contradicciones, ‘disparando’ para todo lado en su desesperado afán por no perderse a sí mismos. Es decir, por creer que el mundo está a sus pies, que es su juguete y que por lo tanto lo puede utilizar a su amaño. Solo que cada vez más existirán personas a su alrededor que, apelando a la conciencia, entenderán su fragmentación y por su propia salud mental escogerán la distancia.

Por: Gloria H.