Revista Digital CECAN E3

Examinar. Entender. Evaluar

Tomar decisiones

No es un asunto fácil, hay que escoger y los humanos nos educamos con la idea de querer tenerlo TODO.

Por ello la decisión se vuelve tan compleja, tan dolorosa y a veces tan desgarradora. ¿Escoger entre dos amores? ¿Escoger entre dos empleos? ¿Cuál profesión elijo? Pero también hay decisiones mucho más impactantes. ¿A quién salvar en caso de un accidente cuando hay que escoger por no contar con suficientes recursos? ¿Escoger un presidente de una nación? ¿Decidir qué ruta seguir en la vida? ¿Cuál religión profeso? ¿Con qué ideología me comprometo ?

Vivimos escogiendo minuto tras minuto. Casi podríamos decir que en esa nos la pasamos, decidiendo. Muchos de nuestros comportamientos son el resultado de anteriores decisiones y hay que enfrentar las consecuencias porque en toda decisión se pierde y se gana. La decisión es una escogencia que puede atormentar el resto de la vida. Por ello, por salud mental, cuando se tome una decisión, no “mire para atrás”, no dude sobre la decisión tomada, apuéstele al camino que se decidió y siga. Era lo que correspondía y no vale la pena atormentarse pensando: ¿y si hubiera escogido lo otro? No, no se haga daño.

Decidir es perder y ganar, asumir riesgos, sentir impotencia. Escoger es lo más cercano a sentirse humano porque representa finales, carencias, frustraciones. Jugamos a ser como dioses pero al escoger, al tener que decidir, abandonamos el Olimpo y nos encontramos con lo finito de lo humano.

En cada decisión morimos un poco. Por mas libres que nos sintamos, la obligación de vivir escogiendo es una limitante. Que paradoja, somos libres de escoger un camino u otro pero estamos obligados a escogerlo. Hay muchos que desearían que otros escojan por ellos para no tener la responsabilidad de la decisión. El rebaño no escoge, solo sigue y se somete. Por ello decidir es un acto de grandeza y de autonomía, cualquiera que sea el resultado.